Capitulo 18
El médico hizo un chequeo a Nichelle.
No era la primera vez que Nichelle tenía un ataque. Los fragmentos de su memoria la golpearían repentinamente, haciéndola perder la cabeza.
Charlotte había llegado a la conclusión de que Nichelle tenía un pasado doloroso.
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Hoy, Hailey y Charlotte decidieron hornear algunos pasteles. Estaban en casa de Hailey ya que ella tenía todos los ingredientes y su cocina tenía más espacio que la de ellos.
Hornearon muchos platos dulces. La casa se inundó del dulce aroma.
Chris y los niños habían frecuentado la cocina más veces que en todo un año.
Charlotte sonrió orgullosamente ante sus platos. Se veían deliciosos y olían deliciosos. Escuchó la voz de Theo proveniente del exterior.
-¿Qué están haciendo las damas? -entró tranquilamente a la cocina e inhaló el aroma. Sus ojos se cerraron por un segundo-. ¿Qué cielo es ese? -suspiró.
Charlotte y Hailey se rieron ante su reacción.
Theo los ayudó a sacar los platos afuera.
El corazón de Charlotte se animó cuando vio a Ares también. Estaba de pie, hablando con Chris y bebiendo vino. Sabía que él había venido por Nichelle, pero aun así, la idea de que él quisiera unirse la animaba.
Colocaron el pastel de chocolate gigante en el centro.
-Así que como hoy es mi fecha de nacimiento… creo que debería cortar el pastel -afirmó
Theo.
-Por supuesto, preparé ese solo para ti -lo animó Charlotte y le ofreció una dulce sonrisa enfermiza.
Nichelle dejó escapar una risita, pero se calló después de recibir una mirada de Charlotte.
Theo se sentó frente al pastel. Todos los ojos estaban puestos en él mientras le quitaba el cuchillo a Hailey. Acercándose más, comenzó a cortar el pastel. Pero en el momento en que cavó, un fuerte estallido resonó en la habitación y trozos de pastel golpearon su cara. Toda la sala estalló en una carcajada.
La expresión divertida de Theo valió la broma.
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Incluso los labios de Ares se torcieron en una sonrisa divertida. Su mirada, instintivamente, recorrió la habitación y se posó en el perpetrador. Allí estaba ella, riendo. Todo su cuerpo tembló mientras se reía ante la extensión de Theo. Su risa era contagiosa, pensó, totalmente ajeno al levantamiento en la comisura de sus labios.
Theo se recuperó de su estado congelado y rápidamente localizó la travesura.
-Tu–se puso de pie de un salto y se dirigió hacia Charlotte, haciendo que sus ojos se abrieran como platos.
Ella le advirtió que no se acercara, pero fue en vano. Theo se detuvo frente a ella con una mirada malvada en sus ojos.
-Eres una cosa traviesa -le untó el chocolate en la cara, provocando que los espectadores
volvieran a reírse.
Pero esta vez Ares no sonrió. Tenía la mandíbula apretada y los labios hacia abajo mientras veía a Theo bromear con su esposa.
Apartó la mirada de ellos y caminó hacia la puerta, inconscientemente apretando los puños. Ya ha tenido suficiente de su mierda. Tenía una verdadera mierda de la que ocuparse en lugar de jugar juegos tontos con gente infantil tan jodidamente molesta.
Charlotte lo observó mientras salía por la puerta. No podía ver su rostro, pero su lenguaje corporal indicaba que estaba de mal humor.
¿Qué lo molestó tanto?, se preguntó. Una parte de ella estaba decepcionada de que él no se quedara a probar sus pasteles, pero otra parte lo entendió. Había muchas posibilidades de que la situación empeorara si se quedaba aquí.
Ares era como una bomba de tiempo cuando estaba enojado.
Los niños querían sirope de chocolate para su helado. Hailey no lo tenía en su casa, por lo que Charlotte sugirió conseguirlo en la suya.
Lisa se ofreció a ayudar y traerlo de su casa. Charlotte estuvo de acuerdo, sin ver nada malo en ello.
Lisa se fue a buscar el almíbar.
El tiempo pasó volando y cuando Lisa no regresó, Charlotte decidió comprobarlo. Se disculpó y salió de la cabaña de Hailey. La oscuridad había reunido todo el cielo bajo su abrazo. La luna había monopolizado el cielo. Se giró y se dirigió hacia su cabaña, que tenía la luz encendida.
Al acercarse, notó que la puerta principal estaba abierta de par en par. Se acercó, pero se
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quedó paralizada por la sorpresa cuando escuchó una voz desconocida gritando desde el
interior de su casa.
Ansiosa, aumentó la velocidad y entró a la casa sólo para ver cuerpos maltratados esparcidos por todo el suelo.
La sangre corrió por su rostro cuando vio manchas oscuras de sangre manchando el piso de
madera.
-Te mereces una muerte mucho peor que esta por matar a mis hombres, pero tendremos que conformarnos con lo que tenemos escuchó mientras llegaba a la cocina de dónde venía la voz.
Sus ojos se abrieron y su cuerpo se congeló de horror cuando sus ojos encontraron a Ares.
Un extraño lo estaba reteniendo a punta de pistola. Él fue herido. La sangre manaba de su brazo y nudillos.
A pesar de eso, parecía imperturbable e incluso confiado, mirando directamente a los ojos del asesino, mientras que ella sentía el peor tipo de temor invadiéndola.
Charlotte no se dio cuenta de la mujer que se escondía detrás de su cuerpo gigante. Ella estaba agarrando su chaqueta mientras el hombre la protegía del gángster frente a él.
Ares sonrió. -Tienes miedo de que, si me dejas con vida, aunque sea por un segundo más, te tomaré por el cuello y te daré una muerte que dejaría una cicatriz incluso al ángel de la muerte. Te diré qué, amigo, haz tu mejor intento contra mí… -luego bajó la voz mientras su mirada plateada se afilaba como los bordes mortales de una espada-. Pero recuerda que, si te lo perdiste, sería el último error de tu vida -le gruñó Ares al hombre.
El hombre rechinó los dientes. Su confianza frente a la muerte era a la vez molesta e
intimidante.
-Tu reinado ha terminado, Rey -afirmó el hombre y apretó el gatillo.
Pero con el tiempo Charlotte gritó, se abalanzó sobre el asesino y desvió su puntería. La bala hizo añicos las copas de vino.
-Hija de puta -maldijo el hombre, sin esperar la interrupción. Se estabilizó y agarró a Charlotte por la nuca. Su agarre fue lo suficientemente fuerte como para arrancarle el cuero cabelludo. Ella gritó en respuesta—. Maldita puta estúpida -el hombre le rodeó el cuello con sus garras y le apretó la garganta.
Charlotte lo miró a través de su visión borrosa.
-Una lisiada no debería tener tanta audacia -le escupió en la cara.
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-Déjala ir amenazó Ares.
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-Tienes razón. No debería perder el tiempo con discapacitadas como ella -le sonrió a Ares y arrojó a Charlotte al suelo.
Charlotte chocó con un cadáver tirado en el suelo y siseó de dolor.
-Me ocuparé de ella una vez que haya terminado contigo y tu perra -sonrió Marcus.
Presionó el gatillo con el dedo, pero antes de que pudiera apretarlo del todo, una bala le atravesó la mano y envió el arma al suelo. La sangre brotó del agujero abrasador.
La mirada hirviente de Marcus se volvió hacia Charlotte, que tenía un arma apuntándolo.
-Perra -Marcus dio un paso amenazador hacia ella, pero solo para caer de rodillas cuando Charlotte le atravesó otra bala en los muslos.
Su mirada era firme, no había temblor en sus dedos. El hombre gruñó sin darse cuenta de que se acercaba la sombra de Ares, quien golpeó su mejilla con el puño, haciendo que la cabeza de Marcus se girara hacia la izquierda con un sonido enfermizo de hueso al
romperse.
Charlotte soltó el arma dejando escapar un suspiro tembloroso y lo miró. Levantó al hombre de un tirón y lo golpeó con fuerza en la mandíbula. El hombre se desmayó delante de sus
pies.
Charlotte retrocedió gateando. Ella pertenecía a la mafia Italiana, pero todavía no estaba acostumbrada a la sangre salpicando y a los cadáveres. Su mirada se dirigió a Lisa, que estaba pegada al mostrador, observando todo con horror. Fue entonces cuando recordó que la había enviado aquí. Al instante se sintió mal por Lisa.
No la habría enviado si hubiera sabido que su casa iba a ser emboscada.
Ares marcó un número y se fue para hablar con su hombre.
El disparo pudo haber llamado la atención de los vecinos, que entraron corriendo a la casa poco después. Hailey y Chris estaban aterrorizados al ver cuerpos tirados aquí y allá. No sabían que sus vecinos eran mafiosos.
Charlotte supuso por su expresión que tenía mucho que explicar. Se volvió hacia Theo.
-¿Puedes llevarte a Lisa a casa contigo? Está asustada -le dijo Charlotte a Theo.
Theo asintió. Tomó a Lisa horrorizada y se fue.
Charlotte les pidió a Hailey y Chris que se fueran también. No había mucho que ella pudiera
< Capitulo 19
decirles.
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Ares regresó unos momentos después. Buscó en la cocina, pero solo estaba Charlotte.
-¿Dónde está ella? -cuestionó, fijando su mirada en ella.
-Theo se la llevó -respondió ella. Se giró para irse, pero Charlotte lo detuvo.
Ella se ofreció a curar sus heridas. Ares lo negó, pero ella insistió.
Ares pensó por un segundo ante de aceptar. Era mejor dejar que ella atendiera su herida que hacerlo él mismo. Él también tenía algunas preguntas para ella.
Lo llevó a su habitación y lo hizo sentar en su cama. Agarró el botiquín de primeros auxilios de la mesa de noche y muy suavemente comenzó a limpiarle los nudillos.
-¿Dónde aprendiste a disparar? -preguntó con los ojos entrecerrados.
-¿Esperabas algo menos del aprendiz de padre? -preguntó con una pizca de diversión en sus ojos.
Se dio cuenta. Por supuesto, él le enseñó a disparar. Esto era muy parecido a Killian.
-Le pedí que me entrenara. Por supuesto, él estuvo de acuerdo. Quería que fuera capaz de defenderme -explicó sonriendo-. Te dolerá un poco -advirtió antes de untar el bálsamo en los moretones. Ni siquiera siseó.
-¿Y desde cuando lanzarse a una pelea mortal se considera defensa? -preguntó.
Charlotte se mordió el labio y miró hacia arriba. -Aunque no fue una pelea. Te tenía a punta de pistola -sus labios se torcieron, como si quisiera sonreír.
Ares la miró entrecerrando los ojos. -Sólo por un momento. Estaba esperando una distracción -aclaró Ares.
Había matado a todos sus hombres sin ayuda de nadie. Él también lo habría matado incluso si ella no hubiera intervenido.
-Y vine como una distracción -intervino ella, sonriendo. Observó el brillo de sus ojos por un
momento.
-De hecho. Lo eres -admitió ambiguamente y luego miró hacia otro lado. Dejó escapar un suspiro y apretó la mandíbula.
Charlotte comenzó a atender su brazo.
-Abstente de hacer tales acrobacias en el futuro -su voz ahora es más severa.
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-No lo haré–respondió ella con sinceridad mientras entrecerraba los ojos para concentrarse en su herida.
Ares quedó desconcertado por su rápida negativa.
-¿Qué? -cuestionó tanto con incredulidad como con ira.
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Ella levantó los ojos y fijó su mirada. -Sabía que mi vida iba a dar un giro de 180 grados cuando acepté casarme contigo. Estaba muy consciente de los peligros. Sabía que tus rivales me golpearían y atacarían, por eso le pedí a padre que me entrenara. Lo hice. No deseo ser una carga para ti Sólo una compañera, señor. Y una verdadera compañera no vive en peligro, se mantienen unidos y luchan juntos. Si alguna vez te encuentra en peligro, no espere que huya. Porque no lo haré le hizo saber, mirándolo profundamente a los ojos.
Ares la miró fijamente. -Parece que el matrimonio para mí es un problema. Podrías haberte negado a casarte conmigo -la provocó.
Ella sonrió. -Quería casarme contigo. Si hay problemas, que así sea -admitió con toda su honestidad.
Ares quedó fascinado tanto por su devoción como por su espíritu. Sus grandes ojos marrones lo habían atrapado y ahora no sabía cómo liberarse. Su mirada se dirigió a sus
labios.
Los latidos del corazón de Charlotte se aceleraron mientras él miraba sus labios con una pasión que nunca antes había visto en sus ojos. Sin que él lo supiera, su rostro se acercó más. La mirada en sus ojos era derretida y tan… tan embriagadora.
Quería besarla. Ella podía verlo en sus ojos. Así lo deseaba ella.
La mujer levantó la mano y eliminó toda la distancia conectando sus labios.
De suave a frío.
Fuego al hielo.
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