Charlotte se despertó sobresaltada. Su mente confusa no podía recordar que la despertó hasta que otro grito atravesó el aire y la hizo levantarse.
El grito lleno de dolor e ira.
Tiró el edredón y bajó las piernas sólo para dejar escapar un silbido cuando sus pies golpearon el frío suelo con más fuerza de la que pretendía. Se mordió el labio y agarró la mesa de noche para ayudarse a levantarse.
El ruido venía del piso de arriba.
Podía oír cosas siendo sacudidas violentamente.
Charlotte se apresuró a sentarse en su silla de ruedas y la condujo afuera. Miró hacia los montones de escaleras. Demasiado ansiosa para dejarse intimidar por ello. La mujer se agarró a la barandilla y empezó a arrastrarse hacia arriba, ignorando el dolor.
El ruido se hizo más fuerte a medida que ella avanzaba.
La puerta de la habitación de Nichelle estaba abierta de par en par. Su estómago se revolvió de ansiedad y rápidamente se dirigió hacia su habitación.
-Dime… dime -escuchó a Nichelle gritar y llorar entre fuertes golpes.
Charlotte entró en la habitación y sintió que sus ojos se llenaban de sorpresa al ver la
habitación destrozada.
Ares estaba parada frente a Nichelle mientras ella le lanzaba objetos. Él tomó su espectro sin pestañear. Tenía los puños cerrados y la mandíbula apretada, pero en sus ojos había un atisbo de dolor crudo mientras veía a su hermana pequeña perder el control.
-¿Dónde está mi bebé… dime… dónde está mi bebé? -Nichelle siguió gritándole a su hermano, golpeándolo, lastimándolo.
Sus palabras llamaron la atención de Charlotte. Desvió su mirada hacia Nichelle, quien parecía haber perdido el control por completo. Había un odio mordaz en sus ojos llorosos mientras miraba ferozmente a su hermano.
La mujer parecía miserable.
El corazón de Charlotte se apretó dolorosamente. Obligó a sus piernas a moverse hacia ella antes de que pudiera lastimar gravemente a alguna de ellas. Un portalápiz golpeó su hombro cuando se interpuso entre Ares y Nichelle.
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La mujer alcanzó a Nichelle antes de que pudiera arrojarles otro objeto.
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-Nichelle -agarró el jarrón que Nichelle estaba a punto de arrojarle a Ares y se lo arrebató de la mano. Lo arrojó y la sujetó por los hombros. Cálmate su voz salió fuerte pero
suave.
Nichelle miró a Charlotte mientras otra gota de lágrima rodaba por sus ojos.
-No me detengas. Yo… los castigaré a todos -gruñó Nichelle y empujó a Charlotte fuera de su camino.
Antes de que pudiera caer, Charlotte se agarró a la mesita de noche y se estabilizó. Vio con ojos llenos de horror cómo Nichelle arrojaba una figura de metal a Ares. El objeto golpeó su pecho antes de deslizarse al suelo con un ruido sordo metálico. El hombre ni siquiera hizo una mueca, mientras que Charlotte sintió como si fuera ella quien fue golpeada.
¿¡Por qué está parado como una estatua!? ¿¡Por qué no se defiende!? Parecía dolorido, pero por una razón diferente.
Sin importarle el dolor, Charlotte se puso de pie y bloqueó el camino de Nichelle hacia Ares.
-Basta. Él es tu hermano -la agarró del brazo y trató de hacerle entender. Sus propios ojos se empañaron.
Nichelle intentó liberar su brazo de su agarre. -No… No… se llevaron a mi bebé… No sé dónde está. Debe estar llorando por mí… -el grito de Nichelle se convirtió en una súplica.
Charlotte, confundida, volvió su rostro hacia Ares. El hombre no le respondió y siguió mirando a su hermana con expresión impasible.
Charlotte volvió su atención a Nichelle y le tomó las mejillas.
-Encontraremos a tu bebé… Lo prometo. Sólo cálmate… Está bien… respira profundamente -Charlotte trató de calmar a la chica.
Los ojos de Nichelle se iluminaron con esperanza mientras soltaba la muñeca de madera y sostenía el brazo de Ángela.
-Lo harás… ¿no? Ayúdame… me ayudarás, ¿verdad? -buscó desesperadamente los ojos de Charlotte.
La abundante tristeza en los ojos de Nichelle hizo que la tristeza invadiera a Charlotte. Una lágrima se deslizó por sus ojos mientras limpiaba las lágrimas de Nichelle y asentía en respuesta.
-Ahora… respira profundamente y déjame ayudarte. -Charlotte la abrazó y comenzó a
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Capitulo 17
acariciarle la espalda.
La mujer lloró contra ella.
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Charlotte la dejó llorar por encima del hombro y luego la guio hacia la cama. El estallido había absorbido la energía de Nichelle.
Charlotte se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello rebelde mientras escuchaba a Nichelle. Le estaba diciendo lo que haría con su bebé ya olvidado de la presencia de su hermano. Charlotte miró furtivamente a Ares y descubrió que él ya la estaba mirando. Su mirada abstrusa mientras la evaluaban.
Ella ignoró los latidos irregulares de su corazón y preguntó qué quería preguntar.
-¿Puedes pedirle a Cecilia que le haga sopa de pollo a Nichelle? -le preguntó y esperó su respuesta, pero el hombre no tenía intención de responderle. Su mirada la estudió un momento más antes de girar sobre sus talones y salir.
Charlotte bajó la mirada hacia Nichelle y se preguntó cuál sería su historia.
Ares exhaló una nube de humo y observó cómo se desenroscaba en el aire. Aplastó la colilla del cigarro en el cenicero, sacó otro palo y se lo metió entre los labios. Encendió el palo y dio una profunda calada. Escuchó la puerta abrirse, pero no hizo ningún esfuerzo por darse la vuelta. Ya sabía quién era.
El hombre habría extrañado sus suaves pasos si no fuera por su agudo oído.
-Ella está dormida ahora -su tierna voz resonó en la habitación vacía.
Ares dio una calada. -¿Ella comió? -preguntó sin volverse hacia ella.
-Si -respondió ella.
Se hizo el silencio.
Ares no hizo más preguntas.
Charlotte miró su amplia espalda, esperando que él se diera vuelta, pero parecía que el hombre ya se había olvidado de su presencia. Se aclaró la garganta para captar su atención y reunió todo su coraje para preguntarle lo qué quería preguntar.
-Estaba hablando de un bebé -la vacilación apareció en su voz mientras abordaba el tema.
Su pregunta lo dejó quieto, pero sólo por un momento.
-No te molestes -afirmó en tono breve.
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-Se lo prometi -continuó.
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El conmovedor dolor en los ojos de Nichelle era inquietante. Se sentía peligrosamente real y profundo. No podía surgir de una mera ilusión.
Su persistencia hizo que Ares se volviera para mirarla. Había vuelto a su habitual arrogancia. Exhalando una bocanada de humo, rastrilló su pequeño cuerpo de manera lánguida.
Charlotte no pudo evitar notar lo atractivo que se veía. Sus labios se torcieron en una sonrisa mientras inclinaba la cabeza, mirándola directamente. Y luego, para su ansiedad, dio un paso hacia ella. Uno más y luego otro. Hizo lo mejor que pudo para disimular su nerviosismo y en silencio se preparó para lo que se avecinaba. Ella tragó cuando él se detuvo a un paso de ella. Su mirada explorando sus rasgos. Su sonrisa se hizo más profunda ante su
nerviosismo.
-¿¡No eres un gatito curioso!? -su voz era más profunda y áspera.
Ella todavía estaba luchando por entender lo que estaba pasando cuando él la sorprendió dando un paso adelante, acortando toda la distancia de una vez por todas.
Sorprendida, ella retrocedió. Ella lo miraba boquiabierta con sus grandes ojos
desconcertados.
-Pero me pregunto si, ¿¡sabes que la curiosidad mata al gatito!? -Sólo para burlarse más de ella, continuó avanzando.
-Tú… estás confundiendo mi propósito. Estoy preocupada -se obligó a responder mientras se alejaba de él. Por cada paso que ella daba hacia atrás, él daba un paso adelante.
-Preocupación, ¿eh? Parece que este señor de la mafia realmente tuvo suerte en el departamento matrimonial. Tiene un ángel por esposa -dijo con voz suave de baritono, mirando con curiosidad sus grandes ojos marrones.
El corazón se le subió a la garganta cuando él inclinó el rostro y respiró calientemente contra su oreja. Un escalofrío recorrió todo su ser.
-Correcto, Angel -le dijo con voz áspera al oído, haciéndole perder el aliento.
Se lamió los labios y trató de dar un paso atrás, pero sus rodillas temblorosas habían perdido la batalla hacía.mucho y cedieron. Esto fue vergonzoso. Agitó las manos en busca de apoyo mientras sus piernas se doblaban violentamente. Pero antes de que pudiera caer al suelo, su fuerte brazo se deslizó alrededor de su cintura y la atrajo hacia su frente. Sus puños apretaron firmemente la tela de su camisa en un intento de evitar caer.
Mientras ella todavía estaba procesando todo, Ares aprovechó el tiempo para estudiarla. El
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aleteo de sus espesas pestañas oscuras debe haber acelerado muchos corazones. Y esas brillantes perlas marrones que se esconden debajo de ellas deben haber atraído a muchos admiradores. Se preguntó si ella tenía un interés amoroso antes de su boda. Debe haber alguien. Era demasiado bonita para estar soltera.
Pero ella estaba intacta. Lo había sentido en su primera noche juntos. Su suave gemido de dolor cuando él le quitó la virginidad lo había revelado.
Ella levantó la mirada para captar la de él. Ella parpadeó inocentemente hacía él.
Demasiado inocente.
-¿Que estás tratando de hacer? -cuestionó. No había diversión en sus ojos ahora cuando su mirada se dirigió a sus labios.
Charlotte pensó que la pregunta se refería a Nichelle.
-Yo también soy parte de esta familia, ¿sabes? -sus ojos marrones le devolvieron la
mirada.
Inconscientemente, su firme agarre alrededor de ella se hizo más fuerte mientras se inclinaba más cerca.
-No juegues con fuego, Ángel. Podrías quemarte -exhaló contra sus labios en una oscura
advertencia.
-Sé cómo resurgir de las cenizas, señor -respondió ella y mantuvo su voz tan baja como la
de él.
Había un atisbo de asombro en sus ojos cuando los reconectó con los de ella.
-Grandes palabras para una mujer tan pequeña -susurró antes de que su mirada regresara a su boca más llena.
-Pruébame su corazón se tambalea.
–
Por la forma en que le perforaba los labios, ella casi estaba segura de que iba a besarla. Podía sentir su mirada quemando su suave carne, abrasándola. Sólo un chapuzón y sus labios cubrirían los de ella. Con el corazón acelerado, esperó a que él acortara la distancia y reclamara sus labios vírgenes.
Se acercó un poco más, pero sólo para retroceder al momento siguiente. Algo brilló en sus ojos aturdidos y eso lo alejó de ella.
El corazón de Charlotte se hundió por la decepción, pero no hizo ningún esfuerzo por convencerlo de que regresara.
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Él liberó su brazo que la rodeaba y dio un paso atrás. Su cuerpo instantáneamente lamentó
su calidez.
-Vete -se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su escritorio.
-Toma, aplica esto en tu hematoma. Te ayudará con la quemadura -la escuchó decir.
Un momento después, un suave clic resonó en la habitación. Ares se volvió y vio un pequeño
tubo sobre la mesa de café.
Ares estaba desconcertado por esta mujer. Cuanto más intentaba él asustarla, más ella lo desafiaba. Esto era lo menos que esperaba.
De está pequeña y molesta humana.
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