Capitulo 11
Charlotte lo intentó por tercera vez, pero las palabras escritas con tinta en la página amarilla se negaron a entrar en su cabeza. Su cabeza ya estaba repleta de otros pensamientos, desde que regreso del hospital.
Ella todavía no se había recuperado de la impactante revelación.
Nichelle. Ella está viva.
Sabía que Ares tenía una hermana que murió en un accidente automovilístico hace cuatro
años. La noticia de su muerte recorrió todos los medios. Todos estaban inquietos por la noticia, incluida Charlotte. Porque la chica era demasiado joven para dejar el mundo así. Solo 17. Su padre también había visitado a la afligida familia para darle el pésame.
Pero la verdad era completamente diferente.
Ella estaba viva. Y ella estaba aquí. ¿¡Por qué le mintieron al mundo!? ¿¡Por qué estaba ella aquí y no con su familia!? ¿¡El señor y la señora King saben de ella!? La chica necesitaba
estar con su familia.
En tan solo una reunión se había encariñado tanto con ella. Esto Indicaba claramente su
desesperación por un amigo.
Su reflexión se redujo a una conclusión. Necesitaba hablar con Ares.
Como si fuera una señal, sonó el timbre. Charlotte se animó. Debe ser él.
Rápidamente se arrastró fuera de la cama y se sentó en su silla de ruedas. Ella salió corriendo a tiempo para atraparlo cruzando el pasillo hacia las escaleras.
El hombre no parecía estar de buen humor, pero tenía que intentarlo.
-¿Podemos hablar? -soltó ella, haciéndolo detenerse en seco.
Su postura rígida era una indicación suficiente de que no estaba de humor para hablar con ella. Sin dedicarle una mirada, le dio su respuesta
-Sube si quieres habla -respondió Ares en tono escueto antes de subir las escaleras
Charlotte lo miró fijamente hasta que desapareció en su habitación. Ella sabía que él la estaba esquivando. Pero es necesario abordar este asunto. Y su declaración había herido su ego. Si pensaba que ella no podría subir estas escaleras entonces necesitaba una revisión de la realidad.
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Charlotte lo intentó por tercera vez, pero las palabras escritas con tinta en la página amarilla se negaron a entrar en su cabeza. Su cabeza ya estaba repleta de otros pensamientos, desde que regreso del hospital.
Ella todavía no se había recuperado de la impactante revelación.
Nichelle. Ella está viva.
Sabía que Ares tenía una hermana que murió en un accidente automovilístico hace cuatro años. La noticia de su muerte recorrió todos los medios. Todos estaban inquietos por la noticia, incluida Charlotte. Porque la chica era demasiado joven para dejar el mundo así. Solo 17. Su padre también había visitado a la afligida familia para darle el pésame.
Pero la verdad era completamente diferente.
Ella estaba viva. Y ella estaba aquí. ¿¡Por qué le mintieron al mundo!? ¿¡Por qué estaba ella aquí y no con su familia!? ¿¡El señor y la señora King saben de ella!? La chica necesitaba estar con su familia.
En tan solo una reunión se había encariñado tanto con ella. Esto Indicaba claramente su desesperación por un amigo.
Su reflexión se redujo a una conclusión. Necesitaba hablar con Ares.
Como si fuera una señal, sonó el timbre. Charlotte se animó. Debe ser él.
Rápidamente se arrastró fuera de la cama y se sentó en su silla de ruedas. Ella salió corriendo a tiempo para atraparlo cruzando el pasillo hacia las escaleras.
El hombre no parecía estar de buen humor, pero tenía que intentarlo.
-¿Podemos hablar? -soltó ella, haciéndolo detenerse en seco.
Su postura rígida era una indicación suficiente de que no estaba de humor para hablar con ella. Sin dedicarle una mirada, le dio su respuesta
-Sube si quieres habla -respondió Ares en tono escueto antes de subir las escaleras
Charlotte lo miró fijamente hasta que desapareció en su habitación. Ella sabía que él la estaba esquivando. Pero es necesario abordar este asunto. Y su declaración había herido su ego. Si pensaba que ella no podría subir estas escaleras entonces necesitaba una revisión de la realidad.
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Miró hacia las escaleras y suspiró. Subir escaleras es pan comido para algunos, pero para ella era igual a escalar una montaña. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, se puso de pie. Sus dedos se curvaron con fuerza alrededor de la barandilla mientras subía lentamente. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente levantó la mano.
Le dolían muchísimo las piernas, pero tenía algo que demostrar.
Se apoyo contra la puerta en busca de apoyo y llamó. La puerta se abrió instantáneamente, sin darle tiempo a enderezar su postura y cayó hacia adelante. Sus ojos se volvieron redondos y jadeó de horror. Pero antes de que pudiera caer, un par de manos grandes sujetaron sus redondas caderas, estabilizándola mientras sus palmas se plantaban contra su pecho desnudo.
Sintió sus duros contornos sonrojarse contra sus suaves curvas femeninas. Su cuerpo estaba presionado contra el de él y sus ojos al nivel de su pecho entintado.
El efecto no pasó desapercibido para ella.
Tragando saliva, levantó la mirada y lo encontró mirándola. Su respiración se entrecortó cuando se dio cuenta de lo cerca que estaba su rostro del de ella. Si tan solo se inclinara un poco. La última vez que estuvieron tan cerca fue el día de su boda cuando él se acercó para besarla. Sus labios sólo habían rozado la comisura de su boca en nombre del beso
Tres años de matrimonio y ni siquiera se habían besado.
A diferencia del de ella, su rostro no traicionaba ninguna emoción, pero con la intensidad que sus ojos se clavaron en los de ella, sintió que su corazón daba traspiés.
Su mirada era penetrante. Se sentía como si estuviera mirando dentro de su alma, con
valentía.
Se sentía expuesta, vulnerable.
Abrumada, ella rompió el contacto visual y miró sus manos que todavía estaban extendidas contra su pecho. Ella retiró las manos y dio un paso atrás. Sus manos bajaron por sus
caderas.
-¿Qué estás haciendo aquí? -su voz profunda y musculosa llegó a su oído.
Ella lo miró a través de sus espesas pestañas, lo que le recordó a Ares un lindo gatito. «Un gatito para recibir castigo». Ares apretó la mandíbula ante aquel pensamiento poco acogedor.
-Vine a hablar -respondió Charlotte inocentemente.
La mirada de Ares revoloteó detrás de ella. No esperaba que ella subiera esas escaleras.
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Charlotte aprovechó el momento para estudiar su físico. Sólo tenía una toalla blanca alrededor de su cintura. Su mirada se deslizó por sus anchos hombros hasta su tonificado pecho. Debe estar trabajando mucho en el gimnasio.
Ares no esperaba que ella apareciera giró sobre sus talones y entró en su habitación.
Charlotte lo siguió.
-¿Me puedo sentar? -preguntó, incapaz de aguantar más. Sus piernas se habían vuelto casi entumecidas debido a la presión excesiva.
Ares tarareó brevemente y Charlotte se dejó caer en la silla.
Ares se giró y ella inmediatamente enderezó su postura caída.
-¡No volverás a visitar a Nichelle! -la miro fijamente con una mirada acerada.
El rostro de Charlotte decayó instantáneamente. -Pero se lo he prometido —dijo con seriedad recordando su promesa.
Algo en su declaración había intrigado a Ares. La sinceridad en su tono captó su interés. No sabía si ella estaba fingiendo para impresionarlo, pero si así fuera, tenía que admitir que era una buena actriz. Decidió ponerla a prueba.
En tres zancadas calculadoras, se paró frente a ella, sabiendo muy bien cómo la afecta su proximidad. La sorpresa brilló en sus ojos antes de que ella retrocediera en respuesta. Para su horror, él se inclinó hacia adelante colocando sus manos a ambos lados mientras mantenía su mirada como rehén. Ella retrocedió y él se acercó. Su dulce aroma floral flotó hasta sus fosas nasales. Olía a primavera y flores.
Lo había olido muchas veces mientras dentro de ella. Debe admitir que tiene un efecto
excitante.
-Rompe la promesa -presionó con voz grave y tranquila mientras la miraba a los ojos.
Charlotte se lamió el labio inferior con nerviosismo, atrayendo su mirada hacia allí.
-Yo… no puedo -logró decir, luchando por no mirar su cuerpo.
Él levantó la mirada para encontrarse con la de ella. -¿Por qué? -cuestionó, curioso.
-Ella necesita a alguien -probó el agua con cuidado. Había pensado que Ares era un tema delicado para él.
Su expresión se endureció. -Ella no te necesita -dijo con voz áspera.
-Yo no. Ella necesita a su familia -explicó con toda su sinceridad.
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-No intentes enseñarme lo que es bueno para mi hermana. La conozco mejor que tú
advirtió Ares.
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Charlotte se tomó un momento para ordenar sus pensamientos. Tenía que encontrar una manera de hacer llegar sus palabras a Ares sin enfurecerlo.
-No quise decir eso. Sólo quiero decir que ella es demasiado joven para vivir aquí sola. Esta no es su casa. Una habitación de hospital no puede ser su habitación. Sólo pase poco tiempo con ella, solo unas palabras bonitas y tuvo miedo de dejarme ir. Está sola y la soledad no es buena para ella -mantuvo su voz tranquila y gentil, esperando que él la
entendiera.
Charlotte había sentido lo que se siente la soledad. Nada puede dejar más cicatriz que la idea de estar solo en un mundo lleno de gente. Tras la muerte de su madre, se retiró del mundo. La pérdida de su madre y de sus piernas le había quitado la confianza y las ganas de vivir. Si no fuera por su padre, Charlotte podría haber sucumbido a su dolor hace mucho tiempo.
-No sé por qué no se queda con tus padres, pero si hay algún problema con eso, te aseguro que puedo cuidarla ofreció dócilmente.
-¿Porque estas tan preocupado por ella? ¿Cuál es tu motivo? -pregunto, mirándola con sospecha.
Charlotte sintió un pinchazo agudo en el corazón. ¿Cree que ella es tan egoísta? ¿No puede ayudar a alguien sin tener una agenda oculta?
-Está malinterpretando, señor. No tengo ningún motivo oculto. La familia no funciona así. Estoy preocupada por ella porque es una familia -su voz se volvió más severa de lo que pretendía.
-¡Revisarás tu maldito tono conmigo, mujer! -gruñó entre dientes apretados, sus ojos escupiendo veneno. Odiaba que le hablaran en voz alta. Si ella no fuera la pieza central de la mafia Italia y alemana, le habría partido su bonito cuello por adoptar ese tono con él.
Charlotte trago saliva y retrocedió.
-Primero aprende a levantarte y sólo entonces piensa en asumir las responsabilidades de los demás -se burló en un tono mordaz, con los ojos furiosos cruzados con los heridos. Él no se dio cuenta ni le importó el dolor que le había causado su comentario.
Su bárbaro comentario la había silenciado. Ares se alejó y se dio la vuelta.
-Ahora lárgate -ladro con desdén.
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