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Amor 17

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Capítulo 17 

Después de cinco años, Lidia regresó a su país. 

Era la primera vez que Ana volvía aquí y estaba muy emocionada durante todo el camino. 

Al bajar del avión, vio a Lidia ponerse una gorra y una mascarilla, y le preguntó: -¿Es peligroso aquí, mamá? ¿No se puede mostrar la cara? 

Después de decir esto, se cubrió la cara con sus dos manitas de inmediato, dejando solo sus ojos al 

descubierto. 

Lidia sonrió y le bajó las manos: -No, aquí es seguro, no necesitas cubrirte. 

En realidad, ella no estaba segura de si alguien más podría reconocerla. Cubrirse la cara era solo por si 

acaso, para evitar problemas. 

Sin embargo, la realidad era que, incluso cubrió la cara, aún era un esfuerzo en vano. 

Porque su maleta chocó con alguien accidentalmente, esta persona era de mal genio y la regañó a gritos 

directamente. 

Lidia no quería problemas, así que no dejaba de disculparse y ofreció compensación: -Te puedo 

transferir algo de dinero, puedes ir al hospital a revisarte y si necesitas algo más, contáctame, cooperaré 

contigo… 

-¡Oye! ¿Crees que por tener un poco de dinero eres especial? ¿Acaso crees que a todos les importa? 

-Aún ocultas tu cara al hablar conmigo, ¿eres algún tipo de monstruo feo que no puede mostrarse en 

público? 

En el siguiente instante, Lidia sintió un frío en la cabeza. El hombre le arrebató la gorra y luego le quitó la 

mascarilla. 

La multitud alrededor se puso excitada instantáneamente. 

Pronto alguien la reconoció: -Dios mío, ¿no es esta Lidia? Hace años que no la veo. 

-De veras es ella, pero es normal no verla, ya se retiró de la industria de entretenimiento. 

-Parece que fue porque era amante de alguien. 

-¿No lo explicó ella? Ella es la legítima, esa tal Serena es la verdadera amante. 

-¿Quién lo sabe? Oye, mira a esa niña a su lado, se parece mucho a ella. ¿Acaso se retiró para tener una hija? 

… 

Entre el alboroto, Lidia se sentía mareada. 

Se agachó para cargar a Ana de inmediato y quiso irse primero. 

Pero esa persona no cedió y la agarró con fuerza: -No Importa quién seas, hoy si no te arrodillas y limpias mis zapatos, no podrás irte. 

Durante la discusión, el hombre agarró su pelo. 

El dolor era tan intenso como si le arrancara el cuero cabelludo. 

Pero el dolor solo duró unos segundos. 

La multitud se dispersó, y una figura alta con un abrigo se acercó rápidamente, apartando de un tirón la mano que la sujetaba por el pelo. 

Luego, un grupo de guardaespaldas dispersó a la multitud. 

-Lidia, vine a recogerte. 

Ramón se acercó a ella, protegiéndola de todas las miradas y comentarios, sean buenos o malos. 

La protegió todo el camino hasta alejarse de allí. 

Y luego la hizo subir a su carro. 

Cuando el carro se alejó del aeropuerto, Lidia por fin recuperó su consciencia. 

-Gracias. 

Ramón la miró con cierta resignación: -No necesitas ser tan cortés conmigo. 

Lidia volvió la mirada hacia la ventana, -Es asunto mío. 

Después, se hizo un silencio en el carro. 

Lidia estaba un poco distraída, por eso no se dio cuenta de dónde había llegado hasta que el carro se 

detuvo. 

Al ver el entorno familiar a su alrededor, sintió una animosidad en su corazón. 

-Ya he reservado un hotel. 

Después de decir esto, intentó abrir la puerta para bajarse. 

Pero Ramón le sujetó la mano y dijo: -Está oscuro y lloviendo, alójate en mi casa por ahora. 

-Ana está dormida, no la despiértes. 

-Mañana, te llevaré a donde quieras ir, ¿de acuerdo? 

Rara vez usaba un tono tan conciliador con ella. 

Lidia también estaba exhausta, así que no discutió más con él. 

Por lo tanto, volvió a alojarse en la misma casa de hace cinco años. 

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