Al ver su vacilación, Miranda no la presionó.Â
-No te fuerces. Solo sigue lo que te dicte tu corazón.Â
Celia bajó la mirada con una sonrisa, dejando atrás el tema de los sentimientos y cambiando de tema. Antes de irse, Miranda le pidió sus datos de contacto. Cuando Celia regresó a su oficina, Dylan no paraba de qué habÃa hablado con Miranda. Al ver su actitud, la curiosidad de Celia se despertó enseguida.Â
-¿Por qué te importa tanto lo que hablamos?Â
Dylan cruzó los brazos, con una expresión de desconfianza.Â
-¿Acaso te dijo algo más?Â
Ella fingió pensar.Â
-Pues, me lo contó todo, incluyendo…Â
-¿Incluyendo qué?Â
-Que por poco se convierte en tu tÃa polÃtica -Celia lo miró sonriendo.Â
Dylan enterró desanimado la cabeza entre sus brazos, luego gruñó con desprecio y apartó la cara.Â
preguntarle deÂ
-No la creas… Las exnovias de mi tÃo podrÃan formar una fila desde Rivale hasta la capital. ¡No creo que ella realmente amara a mi tÃo!Â
Celia se sorprendió.Â
-No estarás enamorado en secreto de Miranda, ¿cierto?Â
-Uff… -Dylan se detuvo y de repente fijó la mirada en Celia-. Si tú incluso puedes notar que estoy enamorado de ella en secreto, ¿por qué no ves que Nicolás también está enamorado de ti?Â
Ella perdió la sonrisa y metió todos los documentos en los brazos de Dylan.Â
-Al menos yo tengo conciencia de mi lugar. Entrégalos.Â
-¿Y ahora me mandas a mÃ? ¡Eh!Â
-Si no vas, le diré a Miranda que durante el horario laboral andas por ahà coqueteando con todas las recepcionistas.Â
Dylan abrió los ojos desmesuradamente, furioso.Â
-¡No… no pensé que fueras una persona asÃ! ¡Qué astuta eres!Â
Celia sonrió contenta.Â
-Gracias por el elogio.Â
1/4Â
Dylan salió a paso largo de la oficina con los documentos. Cuando Nicolás volvió de consulta, Dylan de inmediatoÂ
se quejó con él. Nicolás cerró la carpeta de historiales que sostenÃa sin inmutarse.Â
-Ella te agarró el punto débil. No tienes otras opciones que aguantarla.Â
Dylan parpadeó, sorprendido.Â
–Oye, ¿seguimos siendo amigos o no?Â
Nicolás suspiró.Â
-Si fueras tan maduro como tu tÃo, Miranda ya te habrÃa aceptado.Â
Al oÃr esto, a Dylan se le iluminó la cara de pronto.Â
***Â
Por la tarde, Celia se encontró con Nicolás en la sala de descanso. Estaba de pie frente al armario de café, llenando despreocupado su taza con agua caliente para preparar café. Ella no esperaba encontrarlo allà y se sorprendió un momento, pero igual lo saludó con una sonrisa.Â
-Doctor Gómez.Â
Desde aquella noche, no habÃa hablado con Nicolás. No sabÃa cómo enfrentarlo, pero, en el fondo de su corazón, seguÃa sin saber cómo enfrentar sus sentimientos…Â
Nicolás se volvió hacia ella y cerró el grifo.Â
-¿Sigues evitándome estos dÃas?Â
-No… claro que no–mintió Celia.Â
Él se apoyó en la mesa, capturando su expresión incómoda, y sonrió con calma.Â
-Si esa noche realmente hubiera querido hacerte algo, no habrÃas podido irte.Â
Celia se quedó sorprendida por varios segundos. En ese momento, Nicolás se acercó de pronto y tocó su frente suavemente con el dedo.Â
-¿Te quedaste tonta?Â
Su aroma, leve y único, a perfume de la ropa, la envolvió. Justo cuando ella estaba despistada, la puerta se abrió. Una enfermera entró y, al ver la escena, retrocedió asustada.Â
-¡Perdón! ¡No sabÃa que habÃa alguien aquÃ!Â
Celia dio un paso atrás, poniendo distancia entre ellos, hasta se olvidó de que habÃa venido por agua.Â
-Me voy ya–dijo y luego salió huyendo.Â
Nicolás no pudo evitar reÃr antes de irse también. La enfermera, al verlos salir uno tras otro, puso cara de haber presenciado algo muy impresionante, y en un santiamén chismorreó sobre lo ocurrido en un grupo pequeño.Â
2/4Â
Sin embargo, no esperaba que esos mensajes llegaran a SÃa. Después de que saliera de la detención, no solo perdió su trabajo, sino que ni siquiera las grandes empresas se atrevÃan a contratarla. HabÃa servido tan diligentemente a Adela, pero cuando le pidió ayuda, esta se negó a hacerle un favor. ¡Ella misma habÃa dicho que la familia Gómez podÃa aceptar chicas de origen humilde, pero nunca una “de segunda mano“!Â
Pensó que, por estar cerca de Nicolás, ella tendrÃa más ventaja, pero al final los Gómez despreciaron sus orÃgenes. Si no fuera porque Celia habÃa seducido a Nicolás, ¿por qué él no la aceptó? 1Â