Capitulo 341Â
CapÃtulo 341Â
+25 BONUSÂ
Celia nunca imaginó que algún dÃa César también le expresara su preocupación. Retiró la mirada y soltó una risaÂ
burlona.Â
-¿Y solo ahora te das cuenta de que debes preocuparte por mÃ? Ya es demasiado tarde, ¿no crees?Â
La mirada de César se fijó en su cara.Â
-Mientras aún necesites mi preocupación, no es tarde.Â
Celia le respondió con una sonrisa sarcástica:Â
-Pero ya no la necesito.Â
César apretó la mandÃbula, permaneciendo en silencio por un largo rato.Â
-¡Por favor, la cuenta! —dijo Celia.Â
La dueña del puesto se acercó con la factura.Â
-Doce dólares en total, gracias.Â
-Yo pago. -César pagó la cuenta antes de que ella pudiera reaccionar.Â
Tras el pago, la dueña los miró y sonrió con sinceridad.Â
-¡Parecen la pareja perfecta!Â
-No somos pareja… -César intentó explicarle, pero Celia lo interrumpió.Â
-Solo somos amigos. Es imposible que estemos juntos —dijo ella mientras se levantaba de la silla. Pasó junto a César y se alejó. La expresión de César se ensombreció imperceptiblemente.Â
La dueña se sintió un poco avergonzada. De repente, su mirada se posó en la alianza en el dedo anular de César, pero la joven no llevaba ninguna. ¿Acaso el hombre era infiel? ¿La joven sabÃa que ya estaba casado y por eso mantenÃa las distancias? Al pensarlo, la mirada de la dueña hacia César se llenó de desprecio. ¡Con razón lo rechazaban! ¡Ninguna mujer decente querrÃa ser una amante!Â
CelÃa estaba a punto de cruzar la calle cuando alguien la tomó del brazo y la jaló hacia atrás. Justo en ese momento, un grupo de ciclistas pasó casi volando frente a ella.Â
La fuerza del agarre de César aumentó, como una advertencia.Â
-¿¡Ni siquiera miras por dónde caminas!?Â
Ella también parecÃa asustada. Tras un momento de desconcierto, bajó la mirada.Â
-Me estás lastimando…Â
César soltó su brazo, y ella recuperó la compostura.Â
-Señor Herrera, váyase. Yo también me voy.Â
1/2Â
Capitulo 341Â
+25 BONUSÂ
-Te llevo al hotel.Â
-No lo necesito, gracias.Â
Celia esquivó su mano y subió a un taxi que pasaba.Â
Mirando cómo el taxi se alejaba, César, iluminado por las luces de la calle, parecÃa cada vez más solitario.Â
***Â
Al dÃa siguiente, mientras Celiana pasaba por la habitación de Enzo, escuchó la conversación que tenÃa con Ben tras la puerta entreabierta. Retrocedió y miró a través de la rendija hacia el interior de la habitación. Enzo estaba sentado detrás del escritorio, revisando un documento. Cuanto más leÃa, más grave se volvÃa su expresión.Â
-¿Entonces alguien manipuló los resultados de las pruebas de parentesco? -preguntó.Â
Ben estaba de pie frente a la pecera, esparciendo alimento para peces.Â
-En las dos pruebas, además de Jacob, estaba Marc Chávez. Jacob creció conmigo y confÃo en él. Pero Marc…Â
-Él también es familiar de tu mamá. —Enzo guardó silencio por unos segundos. ¿Estarás siendo demasiado suspicaz?Â
-Papá, aunque mamá no esté lúcida, hasta ahora no ha reconocido a Celiana como su hija —dijo Ben y se volvió para mirarlo-. En cambio, siente un cariño especial por Celia, que no tiene parentesco alguno con nosotros. Incluso más que por mÃ. ¿Qué opinas?Â
Al mencionar a Celia, Enzo se sorprendió mucho. Tras un largo rato, dejó el documento sobre la mesa.Â
-Es cierto que se parece mucho a tu madre cuando era joven… Pero, en el mundo hay muchas personas con similitudes…Â
-Celia es hija adoptiva de los Sánchez. Y, además, tiene el tipo de sangre Rh negativo.Â
-¿Qué dijiste? -Enzo quedó pasmado.Â
En realidad, no todos sus antepasados por lÃnea paterna habÃan heredado el Rh negativo. Según se decÃa, su bisabuelo se casó con una mujer con Rh negativo. Durante el parto, debido a una reacción de incompatibilidad, entre los gemelos que esperaban, solo un bebé débil logró sobrevivir. Debido a su debilidad, el linaje de los Rojas casi terminó en su generación.Â
Luego, en la generación de su abuelo, para evitar la incompatibilidad, este se casó con una mujer que también tenÃa Rh negativo, por lo que tanto su padre como Enzo eran Rh negativo. Por suerte, Ben no habÃa heredado ese factor…Â
El Rh negativo no era común. Entre diez personas, quizás no habÃa tres. Al pensar en los rasgos faciales de Celia, Enzo apretó el documento que sostenÃa sin darse cuenta.Â
-¿PodrÃa ser que ella… fuera mi verdadera hija?Â
2/2Â