Capitulo 279
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Capítulo 279
Dos hombres sujetaron a Celia. Sira sacó un cuchillo y se acercó con una sonrisa siniestra.
—Eres la estudiante más brillante del maestro Gómez, ¿no? Y, además, la cirujana principal, ¿cierto? Si destruyo tu mano derecha, ¿crees que podrás operar de nuevo?
Celia la fulminó con los ojos, sin emitir ni un solo sonido. Sira sintió un escalofrío en el interior. Tenía un presentimiento de que, si llevaba a cabo ese corte como lo planeada, todo se quedaría sin lugar a remediar. No obstante, odiaba tanto ese orgullo de ella. ¡Esa maldita merecía ser pisoteada! ¡Debería admirarla desde un lugar inferior para siempre!
Sira hundió el cuchillo. Al perforarse la mano, el dolor intenso arrancó un grito a Celia. Su cuerpo tembló y palideció. Aun así, no suplicó nada. Incluso, esos hombres sudaron frío ante
la crueldad de la escena.
La sonrisa de Sira se volvió más sádica. Ver a Celia sufrir entre sus manos le dio satisfacción.
Al retirar la cuchilla, el dolor en la mano de Celia estalló con fuerza, como si se le estuviera agotando la sangre. Cayó al suelo, con la mano derecha entumecida por el dolor.
Sira se agachó frente a ella y levantó su mentón con los dedos.
-Celia, te diré un secreto. La caída de tu mamá fue un accidente. Yo la sostuve, pero al
final… la solté deliberadamente.
Celía ya sospechaba que estaba involucrada. Pero al escucharla confesar con indiferencia la pérdida de una vida por su culpa, ella temblaba. Estaba desesperada por llevarla ante la justicia.
-No quería matarla, pero, escuchó lo que no debía. –Sira rio con locura, inclinándose un poco más hacia ella-. Logré escapar de la investigación de César gracias a Alfredo. Él tiene la mitad de la culpa de la herida de tu maldito hermano y la muerte de tu papá.
Celia se quedó estupefacta, sin poder articular ni una sola palabra. No fue por la conexión de Alfredo, con las muertes de su familia, sino por el lunar rojo que tenía Sira en la muñeca. Rosa le había dicho que su hija biológica tenía un lunar rojo ahí: era una marca de
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Capitulo 279
nacimiento, del tamaño de una uña, visible debajo de la correa del reloj.
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Al ver a Celia pasmada, Sira se levantó con una expresión de triunfo. Pero cuando estaba a punto de irse, ella la agarró del tobillo con su mano izquierda. Soportando el dolor, soltó una risa desgarradora.
-Sira, algún día te arrepentirás de todo.
Ella le pateó la mano con fuerza y, antes de marcharse, cerró la bodega con llave. De todos modos, Adela le había dicho que nadie iría allá y, además, allí no había cámaras. Cuando la encuentren, ¡habría muerto por la pérdida de sangre! No obstante, al salir, de pronto vio acercarse a un grupo de personas. César recogió un celular del césped y se giró hacia Sira.
Sira tembló al verlo…
-Cé… ¿César?
La mirada de él se clavó en la puerta cerrada de la bodega. Cuando se acercó para abrirla,
Sira lo interceptó.
—¡César, no hay nada adentro!
-¡Fuera de mi camino! -Él la empujó con fuerza y pateó la puerta hasta abrirla.
Al ver a Celia en el suelo, con la mano destrozada y cubierta de sangre, su corazón casi salió de su garganta. La levantó en brazos con urgencia mientras la llamaba.
-¡Celia!
Los labios de ella estaban secos y sus párpados eran demasiado pesados para abrir. Nicole, que venía con César, le trajo un botiquín.
-Jefe, ¡primero tenemos que parar la hemorragia!
Él abrazó con más fuerza a Celia y ordenó con voz baja, pero firme:
-Bien, ¡pero no le causes más dolor!
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Capitulo 279
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Sira intentó huir, pero los guardaespaldas le bloquearon el camino. Mientras él corría hacía la salida con Celia en sus brazos, Sira se arrodilló y le tiró de la ropa.
-¡César! ¡Déjame explicarte! ¡Fue idea de la señora Gómez! ¡Me obligó a hacerlo! -Suplicó.