Capítulo 245
Nicolás percibió su preocupación e intervino.
Él no te culpará.
-Lo sé. Celia miró a Nicolás con una sonrisa leve-. Pero creo que puedo resolver mis asuntos con él por mí misma.
César alzó una ceja.
-Está bien. -Nicolás abandonó la oficina al ver su actitud.
Él mostró una sonrisa de ligereza. Tomó la mano de ella y le dio un suave apretón.
-¿Cómo piensas resolver nuestros asuntos?
Retiró la mano de su agarre, soltando una sonrisa tenue.
-¿Por qué no lo adivinas?
Él permaneció en silencio.
—César, ¿puedo interpretar tu comportamiento de hoy… como el resultado de tu amor? —Celia ajustó la solapa de su traje, manteniendo esa sonrisa poco sincera—. No quieres divorciarte, ¿porque te has enamorado de mí?
Él entrecerró los ojos.
-¿Y cuál es tu opinión?
Ella retiró la sonrisa, presionando su dedo contra su pecho.
-¿El gran señor César Herrera teme expresar sus sentimientos?
Él se tensionó, con una mezcla de sentimientos cruzando fugazmente por sus ojos.
-Lástima que ya es demasiado tarde. -Celia retiró la mano y siguió en un tono indiferente-. Si antes de todo lo ocurrido hubiera sabido que el señor Herrera se enamoraría de una mujer como yo, me habría sentido muy halagada. Y si usted me hubiera favorecido solo a mí, mi familia ya habría resurgido y Sira nunca habría podido involucrarse en nuestro matrimonio,
-Celia, no hables así. -Intentó impedirla, sintiendo cómo el nudo de pesadez en su pecho le arrebataba poco a poco el aire.
Ella pasó junto a él, se dirigió a su sillón y se sentó, mirándolo con indiferencia.
-Si no te gusta mi estilo de hablar, puedes largarte de aquí.
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Él dio un paso adelante, inclinándose para apoyar ambas manos en el escritorio, encerrándola entre sus brazos.
-Crees que, al presionarme así, ¿cederé?
-Como quieras. -Ella desvió la mirada.
Él clavó la mirada en ella. Su encanto era real, pero también lo era la frialdad y la indiferencia en sus ojos… A pesar de todo eso, él optó por aceptar su actitud. Extendió la mano, acariciando su cabello, mientras le decía con su voz grave:
-Vete de su casa. Debes querer cuidar a Carlos en persona, ¿cierto? La suite en Montaña Dorada es espaciosa.
-Señor, ¿extraña mi cuerpo?
La expresión de César se tensó por un instante, pero se controló.
-Si no lo deseas, no te tocaré. -Prometió.
Celia soltó una risa, apartando su mano mientras se levantaba.
-Espero que cumplas tu palabra.
-¿Aceptas el trato?
-Después de todo, te niegas a divorciarte de mí. Antes de eso, es cierto que no debo vivir con otro hombre. Debo proteger su reputación, ¿qué crees? No me importan las críticas, pero no quiero que él
sufra todo esto.
César se quedó inmóvil. Sin esperar su reacción, Celia abandonó el lugar.
***
Al día siguiente, César envió a Nicole a recogerla. Ella llevaba solo una maleta. Al salir, se encontró justo con Nicolás. Él se apoyaba en el marco de la puerta mientras le preguntaba:
-¿Planeas reconciliarte con tu exesposo?
-¿Reconciliarme con él? Imposible. -Ella rio con amargura.
-Entonces, ¿qué clase de solución es esta? -Su mirada se posó en su maleta-. Escuché ama mucho a su exnovia. Durante su matrimonio secreto, se metió nuevamente con ella. Si él no respeta la moralidad, ¿por qué tú sí lo haces?
que
César
Esas palabras de Nicolás le causaron un punzante dolor de corazón. Hasta un extraño podía ver con claridad la esencia… A los ojos de los demás, su matrimonio debía ser muy patético. No pudo evitar
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reírse en su interior, pero ocultó la amargura con una fingida indiferencia.
Cómo lo resuelva es asunto mío,
-Si no fueras estudiante de mi abuelo, no me metería donde no me llaman–dijo él, mientras se le acercaba, deteniéndose frente a ella. Señorita, ¿piensas que lograrás el divorcio al aceptar sus condiciones? ¿Descuidas así tu propio bienestar porque él ha controlado a tu hermano?
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