Por que 223

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Capítulo 223 

Samuel parpadeó, sorprendido, pero no le preguntó nada más. Encontró la solicitud de transferencia de Celia y se la entregó. 

Al ver la fecha, el corazón de César se dio un vuelco: ¡hacía tres meses! 

Con razón… En el pasado, a ella le había importado tanto el trabajo, pero en esos días, cuando él la amenazaba una y otra vez con su trabajo por el interés de Sira, siempre mostraba una actitud indiferente. Ella no se había ido por un simple enfado; había planeado su partida de la ciudad con esmero, porque era una decisión tomada desde hacía mucho tiempo… 

Sin darse cuenta, César arrugó la esquina del documento. Al alzar la mirada, acusó a Samuel: 

¿Por qué no me informó sobre su solicitud de transferencia? 

Samuel, que acababa de volver en sí, le respondió: 

-La doctora Sánchez pidió confidencialidad respecto a su transferencia. Respeté su decisión. Además… hizo una pausa breve y su tono se volvió más grave-, no estaba al tanto de la relación entre ustedes. Después de todo, ella enfrentó repetidas injusticias en esta clínica sin que nadie la apoyara. Su decisión de transferirse era comprensible. 

Las palabras de Samuel se clavaron en el corazón de César. De pronto, él recordó que Celia no era una joven seria en el pasado, pero, en algún momento, había dejado de sonreír. Él sabía que ella le guardaba resentimiento, pero nunca se había enterado de sus anhelos de escapar de él… 

César contempló las palabras “Clínica Santa María” en el informe. Tras un momento de silencio, dejó el documento sobre el escritorio y se fue sin decir una palabra. 

*** 

El vuelo aterrizó puntualmente en Rivale. El personal del Centro de Rehabilitación Montaña Dorada, avisado con anticipación, los esperaba en el aeropuerto. 

Cuando Celia y los auxiliares bajaron del avión empujando la silla de ruedas especial donde iba Carlos, el equipo médico se les acercó de inmediato. 

-¿Es usted la señorita Sánchez? El señor Rojas ya nos informó de su situación. Puede dejar a su hermano en nuestras manos con total confianza -presentó un supervisor de enfermería con mucha cortesía. 

Celia sabía que era por la influencia de Ben. Ella lo había investigado. El Centro de Rehabilitación Montaña Dorada estaba entre los mejores de Rivale; era una institución médica privada de alta gama. Todo el barrio parecía ser un resort hotelero, y los costos, por supuesto, estaban a la par. 

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Capitulo 223 

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Ella ajustó la chaqueta que cubría a Carlos, mirándolo fijamente. Un cambio de ambiente quizás le 

haría bien… 

-Se los confío entonces. Muchas gracias -le respondió ella. 

-No hay de qué. -El hombre le entregó una tarjeta de presentación. Este es mi número. Si tiene alguna duda, no dude en contactarme. 

Celia aceptó la tarjeta con una sonrisa de agradecimiento. Afuera del aeropuerto, observó cómo el equipo médico se llevaba a Carlos. Luego, sacó su celular del bolso y marcó el número de Antonio Gómez, su mentor. 

-¿Celi? -respondió una voz llena de alegría. 

-Maestro, ya estoy en Rivale. 

-¡Perfecto! Enviaré a alguien a recogerte de inmediato -dijo Antonio, muy alegre. 

Poco después, un auto se detuvo en la salida número tres. Celia verificó la placa que Antonio le había enviado antes de acercarse con su equipaje. Un hombre de mediana edad bajó del auto y se dirigió a 

ella. 

-¿Es usted la alumna del doctor Antonio Gómez? 

Celia asintió y le sonrió con cortesía. 

-Sí, soy Celia Sánchez. 

– Disculpe la espera. 

El hombre, de modales respetuosos, tomó su equipaje y le abrió la puerta. Celia se subió al auto, asumiendo que era un colega de Antonio que pasaba por la zona para recibirla. 

-¿También es profesor del Instituto Médico Nacional? – ella le preguntó, 

El hombre sonrió. 

-No, soy el chofer del doctor Gómez. Me llamo Alejandro García y puede llamarme por mi nombre. 

¿Chofer? Celia se sorprendió un poco. Llevaba tanto tiempo conociendo a su maestro, ¡nunca supo que tenía un chofer! Pero dada la reputación de Antonio, no era extraño que se permitiera ese lujo. Después de todo, la pensión de un maestro con mérito era bastante considerable. 

Pronto, el auto llegó a finca de estilo tradicional, Celia siguió a Alejandro, adentrándose en esta finca con plantación de té. Una fragancia intensa a flores de té los envolvió. Incluso la brisa era fresca y reconfortante. 

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Capitulo 224