Capítulo 220
César apretó con más fuerza la taza que tenía en las manos.
¿Crees que yo siempre lo protejo? –preguntó él con voz baja y ronca.
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Es que… la directora Núñez me dijo que usted no intervendría en sus asuntos. ¡Y dijo que odiaba a la familía Sánchez! Que incluso si yo lastimaba a alguno de ellos, usted no la culparía….
Sara había sido honesta. Si no fuera por las garantías de Sira, nunca se habría atrevido a hacer cosas así. Desde el momento en que calló, César quedó en completo silencio. Solo una quietud sofocante llenaba la habitación.
Como César no dijo nada, Sara no se atrevía a romper el silencio. Pasaron varios minutos antes de que él finalmente la dejara ir. Una vez fuera, Sara respiró aliviada. En su mente, no creía que eso contara como una traición a Sira, ¡solo quería protegerse a sí misma!
César permaneció sentado en el sofá durante mucho tiempo con un semblante sombrío, visiblemente abatido. A los ojos de los demás, ¿él habia consentido tanto a Sira? ¿Celia también lo veía así…? ¿Era por eso que… ella lo odiaba?
En este momento, ya no podía distinguir si el dolor provenía de la herida en su abdomen o de su corazón. Solo sabía que se sentia muy incómodo.
Nicole lo miró de reojo. ¿Finalmente se dio cuenta de lo absurdo que había sido consintiendo a esa zorra? ¡Ella no tenía ni ganas de regañarlo!
Cuando César regresó a Villa Serenidad, ya era muy tarde. Las luces de la sala estaban apagadas. Encendió la luz del pasillo y se dirigió a la habitación. Al intentar abrir la puerta, descubrió que estaba asegurada por dentro.
Entrecerró los ojos. No era la primera vez que Celia aseguraba la puerta. Aparentemente, ella aún guardaba resentimiento hacia él. Tras meditarlo, no llamó a la puerta ni intentó despertarla. En su lugar, se dio la vuelta y se dirigió a la habitación de invitados.
A la mañana siguiente, él pasó por la habitación. Asumiendo que Celia ya estaría despierta, llamó a la puerta, con la intención de tener una conversación seria con ella.
Pero tras llamar repetidamente, no recibió ninguna respuesta. Y ese día, Margarita tampoco había ido a trabajar. Tuvo un mal presentimiento… De inmediato, llamó a Margarita.
-¿Ayer Celia salió de casa? -preguntó él.
-¿La señora salió? Lo siento, señor, no lo sé. Solo sé que me dio dos días libres -respondió Margarita.
¿Celia le había dado dos días libres? César colgó la llamada y abrió la puerta con la llave de repuesto.
-¡Celia!
Abrió la puerta. Al entrar, la cama estaba impecablemente tendida. Los productos de maquillaje en el tocador habían desaparecido. En el vestidor, aparte de la ropa que él le había comprado, todas las pertenencias personales de Celia también se habían esfumado.
César salió de la habitación y marcó su número, pero solo oyó la voz mecánica del contestador. ¡Lo había bloqueado!
Al dirigirse a la sala de estar, su mirada se posó en la mesa del comedor. La elegante caja del collar que le había regalado por la mañana yacía intacta en ella. Cuando se dio la vuelta, vio el calendario. Los cuatro círculos estaban marcados con cruces, incluido el de ahora. Ella dijo que eran los días para ver su auto nuevo… ¡Pura mentira! ¡Y él se lo había creído…!
De repente, escuchó un zumbido de mensaje en una caja en la mesa. Él se acercó y la abrió, dentro de la cual había un acuerdo de divorcio. Antes de poder abrirlo, su atención fue capturada por el celular colocado a un lado.
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Capitulo 220
+25 BONUS
Era el celular de Celia y no estaba bloqueado. Abrió los mensajes de texto y vio muchos mensajes de un número que le resultó muy familiar. Cada palabra de esos textos era como un cuchillo que se clavaba en su corazón.
“¿Crees que puedes evitarme ignorando mis mensajes? ¿Sabes qué? Al enterarse de mi intento de suicidio, César se preocupó muchísimo. Anoche se quedó conmigo todo el tiempo“.
“¿Qué importa que hayas publicado tu certificado de matrimonio en el grupo del trabajo? ¡La que no es amada es la tercera rueda!
“¿Intentas fingir silencio? Tu esposo está con otra mujer. Seguro te duele mucho al ver esto, ¿cierto? No es que quiera provocarte, pero te aferras demasiado a César…”
César leyó todos los mensajes una y otra vez, sintiendo como si le estuvieran arrancando el corazón.
Sus ojos se enrojecieron y su mirada se volvió fría. Casi aplastó el celular entre sus manos.
“No repitas lo del divorcio. El divorcio no es una amenaza para mí“.
“Si le pasa algo a Sira, ni tú ni la familia Sánchez tendrán paz“.
“Ya obtuviste todo lo que ella no pudo tener. Incluso si te pido que la toleres y la aguantes, tendrás que hacerlo“.
Sus propias palabras, dichas en el pasado, vinieron de una vez a su mente como una tormenta. Solo entonces comprendió cuán cruel había sido con Celia. Como ella dijo, si tan solo la hubiera creído una vez… Solo una sola vez… 3
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