Capitulo 213
Ella se aferró desesperadamente al dobladillo de su camisa, sollozando desconsoladamente.
¡No fui yo! ¡Nunca hice esas cosas! Lo que hice lo admito, César, ¡pero no tengo nada que ver con esos accidentes!
César cerró los ojos con impotencia por un momento. Luego, al abrirlos, llamó a sus guardaespaldas. Estos de inmediato entraron y ayudaron a Sira a levantarse del suelo.
-Ya no trabajarás en la Clínica Central. Ve a la Clínica Afilada de esta ordenó él con voz apática.
Sira quedó inmóvil, sin poder creerlo. La mirada de César pasó sobre ella con indiferencia.
-A partir de ahora, no vuelvas a contactarme. En cuanto a Óscar, cuando se recupere por completo, lo enviaré de vuelta a tu lado.
Con un gesto, indicó a los guardaespaldas que se la llevaran.
Sira salió de la clínica aturdida y perdida. Ya estaba en su auto, pero aún no podía creer esas palabras crueles de César. Él realmente tenía un corazón de piedra… ¿Y ella había perdido así contra Celia?
¡No, no lo aceptaría! ¡Debía encontrar una manera de recuperar lo que le pertenecía!
Dos días después, César solicitó un alta médica temporal. Cuando llegó a Villa Serenidad, al ver los zapatos de Celia y su bolso en la estantería, sintió un leve alivio.
Al pasar por la barra, se detuvo. Su mirada cayó sobre el calendario, donde cinco fechas estaban marcadas con círculos. Todas eran días futuros. No tenían ninguna relevancia particular, ni eran fechas importantes.
Celia salió del dormitorio hablando por el celular.
-¿Ha llegado? Bajo ahora mismo…
Al alzar la mirada y encontrarse con César, su corazón dio un vuelco. César retiró la mirada del calendario y la posó en ella. Ella murmuró unas palabras más antes de colgar, luciendo algo nerviosa.
-¿Ya te dieron de alta? -preguntó ella, con cierta incomodidad.
-¿No lo deseabas?
-No quise decir eso….
-¿Adónde ibas?
Su mirada penetrante seguía posada en ella, lo que la hizo contener la respiración. Antes de volver a hablar, tomó aire profundamente.
-Quedé con un comprador potencial para ver mi auto.
-¿Por qué?
Quiero vender mi auto y comprar uno nuevo. ¿No puedo?
César se relajó visiblemente.
-Claro que puedes. –Se le acercó mientras hablaba-. Pero no necesitas comprarlo. Dime qué tipo de auto quieres y te lo daré.
Él había usado la palabra “dar“, en vez de “regalar“. Celia también sabía que lo que ella quisiera, él podía dárselo con facilidad.
-No es necesario. Es que…
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Capitulo 213
+25 BONUS
Eres mi esposa. Debería satisfacer todo lo que desees. La interrumpió.
Ella soltó una risita burlona.
-En ese caso, quiero…
-Excepto el divorcio. -La interrumpió de nuevo.
Ella se sorprendió por su actitud por un instante y permaneció con la sonrisa de antes.
–Está bien. Si eres tan generoso, ¿por qué no me das quinientos mil dólares de una vez?
De hecho, lo había dicho sin pensar. Pero, César de inmediato sacó su celular del bolsillo y llamó a Nicole, ordenándole que le transfiriera el dinero. Celia no lo esperó, sintiéndose desconcertada.
-¿Son suficientes? -preguntó César. Él se le acercó. Al inclinarse, un beso suave se posó en la frente fina de Celia. ¿No quieres pedir más?
Ella recobró la compostura y lo esquivó rápidamente.
-Ya son suficientes. El comprador me está esperando.
Dicho esto, salió de casa a toda rapidez. César observó su retirada en pánico, sintiendo una inusual ligereza en su interior.
Celia vendió su BMW a un precio bajo. Tras llegar a un acuerdo, el comprador le entregó el dinero, y ella le dio las llaves y los documentos del seguro. Al revisar los quinientos mil adicionales en su cuenta, soltó una risa irónica: el dinero le había caído del
cielo…
Mientras tanto, Rocío, aún afectada por lo ocurrido con Ben, había adelgazado visiblemente debido a la angustia. Cuando Sira la llamó, al principio, ella no quiso responder. Pero, sintiéndose deprimida, necesitaba urgentemente desahogarse con alguien, al final, contestó. Quedaron en encontrarse en un spa.
Rocío, como era habitual, se quejó de sus penas con Sira. Cuando mencionaba la cercanía entre Celia y Ben, su cara se nublaba visiblemente. Sira conocía demasiado bien a Rocío. Como siempre, le ofreció una idea.
-Si Celia se divorcia de César y la obligas a dejar la capital, ya no podrá interponerse entre tú y Ben.
Ahora César ya no confiaba en ella, ni siquiera la recibía fácilmente. Menos mal, aún tenía a Rocío.
-¡Celia nunca se divorciaría de César! ¡Ella rogó por esa oportunidad de casarse con él!
-¿Qué significas eso? -Sira parpadeó, sorprendida.
-Mi mamá me dijo que la abuela aceptó a Celia, a pesar de sus orígenes comunes, porque una vez le salvó la vida a César. No sé si es cierto, pero es verdad que, cuando aún era niño, unos secuestradores casi lo mataron.
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