CapÃtulo 202Â
Con cara seria, César emanaba un aura intimidante.Â
He venido a buscar a mi esposa.Â
¿Esposa? El padre de Marco se quedó desconcertado.Â
-¿Y su esposa es…?Â
Él extendió la mano hacia Celia y ordenó:Â
-Ven aquÃ.Â
Todos la miraron. ¿Era la esposa de otro hombre? Entonces, ¿qué demonios habÃa hecho la familia Sánchez…?Â
-¡TonterÃas! -Era la primera vez que Mara intervenÃa para oponerse-. ¡Mi nieta es soltera! ¡No se ha casado!Â
Ada, al volver en sÃ, hizo eco.Â
-Exacto, si mi sobrina está casada, ¿por qué nunca lo ha mencionado a nosotros, su familia?Â
Dicho esto, miró a Celia.Â
-Entiendo que no quieres casarte con Marco, pero no es para tanto teatro, ¿cierto? ¿Incluso contrataste actores?Â
A la madre de Marco le parecÃa razonable. Después de todo, cuando la familia Sánchez le propuso el matrimonio, le habÃa dicho que Celia era joven y soltera…Â
-Señor, ¿está seguro de no haberse equivocado? Hoy es el gran dÃa de nuestra familia. ¿Cómo podrÃa su esposa ser mi futura nuera?Â
– Disculpe, pero estoy casada. -Celia rompió el silencio-. El registro civil puede verificar mi estado civil. Como personas educadas, deben saber que la bigamia es un delito.Â
Las caras de los padres de Marco se demudaron.Â
-Señoras, ¿intentan engañarnos para obtener nuestro dinero? -preguntó el papá de Marco, fulminando a Mara y Ada con la mirada.Â
-¡La verdad no es asÃ! Señor, jellos están mintiendo! -Mara intentó justificarse, pero las palabras de Nicole la interrumpieron.Â
-Si quieren verificarlo, basta con consultar el registro civil. No es nada difÃcil. Además, la señorita Sánchez es la futura dueña de la familia, reconocida por la matriarca de los Herrera. Pero, ustedes laÂ
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forzaron. ¿Acaso intentan quitarle al señor Herrera su esposa?Â
Ada palideció al instante y se tambaleó, sin poder creerlo. ¿La familia Herrera…? ¡Resultó que todo lo que habÃa dicho Fabio era cierto!Â
Mara sintió un amargo arrepentimiento y, de inmediato, se volvió hacia Ada para culparla.Â
-Dijiste que toda la familia de Fabio habÃa mentido por vanidad, ¿no es asÃ? ¡Mira ahora en qué lÃo nos has metido!Â
¡Era la familia Herrera! ¡TenÃa una condición miles de veces mejor que la de la familia de Ada! ¡Casi pudo asegurar su vejez gracias a Fabio! No obstante… Al ver que Mara iba a echarle la culpa, ella se rio de indignación.Â
-¡Porque tú misma eres corta de vista y solo pensaste en el interés! No creÃste en tu propio hijo, pero aceptaste todo lo que yo te decÃa. ¿Y me echas la culpa?Â
—¡Maldita sea…! —Mara estuvo a punto de desmayarse de la rabia. Sostenida por quienes la rodeaban, se desplomó en el suelo, con llantos dramáticos. ¡Fabio! ¡Mi hijo! ¿Por qué no me explicaste la situación en ese momento…!Â
Al ver a Mara pataleando y llorando, Celia solo sintió ganas de reÃr. Lo único que le daba pena era su propio bienestar y estatus, no el destino trágico de su hijo fallecido. El padre de Marco, sin saber que incluso estaba involucrada la familia Herrera, ya no se atrevÃa a decir ningún disparate.Â
—Señor, lo sentimos mucho. Es que no sabÃamos que Celia es su esposa. De haberlo sabido, nunca nos habrÃamos…Â
-¡Esposa! ¡Quiero a mi esposa!Â
Marco, al darse cuenta de que perderÃa a su “esposa“, comenzó a llorar y hacer berrinche, incluso intentó tomar a Celia. Pero, César la atrajo contra su pecho. Al mismo tiempo, la pareja se apresuró a controlar a su hijo.Â
César notó que Celia temblaba. Le entregó la sombrilla a Nicole y luego la levantó en brazos. Al darse la vuelta para irse, recordó algo y le preguntó a Nicole:Â
-¿A qué se dedica el hijo mayor de la familia Sánchez?Â
Ella le respondió:Â
-Invirtió en una acerÃa. El negocio va bien.Â
Ada entendió enseguida sus intenciones y palideció al instante.Â
-¡Señor! Por favor, ¡todo fue culpa mÃa! No sabÃa que era su esposa… Le ruego que sea bueno y no le haga nada a la acerÃa.Â
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La acerÃa de su esposo fue una inversión de su familia… Si quebraba y su padre se enteraba de que ella habÃa ofendido a la familia Herrera, la echarÃa de la familia. Entonces, César miró a la persona en susÂ
brazos.Â
-¿DeberÃa perdonarlos? -le preguntó.Â
Celia, con el rostro impasible, respondió:Â
-Sus asuntos no me conciernen.Â
Con una sonrisa siniestra, le dio la orden a Nicole.Â
-La acerÃa no tiene por qué seguir funcionando.Â