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Capítulo 198
César tomó el documento de dos páginas, que era la declaración de Sira y la enfermera. Las revisó, pero no dijo nada. Al no haber evidencia suficiente para acusar a Sira de homicidio intencional, pronto la liberaron.
Al salir de la comisaría, Sira vio a César parado frente a su auto fumando. Tras el humo, la cara del hombre era sombría.
-César… -lo llamó con voz entrecortada.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
-No sabía que algo así pasaría… Aún estoy muy asustada…
-¿Por qué estuviste en la clínica? -preguntó él.
Él sacudió la ceniza del cigarrillo, con su mirada penetrante clavada en Sira. La expresión de ella se
tensó.
-Fue por Rocío… Quería hablar con el señor Rojas para ayudarla. Y por casualidad me encontré con
una amiga enfermera y charlamos por un rato.
Él entrecerró los ojos.
–
-No debes meterte en lo de Ben y Rocío.
-César, ¿me estás culpando? -Lo miró con cara inocente.
César levantó la cabeza y exhaló el humo lentamente.
Pero estás involucrada en cada incidente relacionado con Celia. Sira, a veces me pregunto si de verdad eres la culpable.
Sira se estremeció al oír la sospecha. Se le acercó y lo tomó del brazo.
-¡César, no lo hice! -Lloró-. ¿Sospechas de mí porque Carlos me secuestró? ¿Porque estuve presente cuando Fabio tuvo el infarto? ¿Y también vas a sospechar de mí por la muerte de su mamá?
Los sollozos la interrumpieron, pero de inmediato continuó.
-Si quisiera que ella muriera, ¿por qué dejaría que todos supieran que estuve presente? ¡Solo quería salvarla! Podríamos haber aguantado más hasta que llegara la ayuda, pero… ella soltó nuestras
manos…
En ese momento, ella no podía seguir adelante. El miedo y el pánico que sentía eran reales. La tensión en la cara de César no se relajó, pero de pronto sonó su celular. Era una llamada de la clínica.
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Señor Herrera, es la señora… No está en su habitación.
Al oír esto, lanzó la colilla del cigarrillo a la basura.
Voy en un momento.
Luego le dijo a Sira, antes de subirse al auto:
–Toma un taxi para regresar a casa.
Sira observó cómo se alejaba y, entonces, su cara mostró un alivio leve, aunque en su corazón aún había resentimiento. Se habían conocido desde hacía diez años, pero él sospechaba de ella… Antes, no era así.
***
El cuerpo de Rosa fue enviado a la morgue de la funeraria para su conservación. El personal llevó a Celia frente a su madre y retiró la sábana blanca.
Al ver las claras marcas de sutura en la cara de su mamá, Celia sintió una punzada. Tras caer desde lo alto, su cráneo se fracturó y su apariencia estaba incompleta. La esteticista había dedicado seis horas restaurando su apariencia, que ya no difería mucho de cómo era en vida.
-Si ella se viera así, estaría muy triste. Afortunadamente, ustedes la ayudaron -murmuró Celia. Extendió la mano para tocar el dorso de la mano de su mamá. Era muy suave, como si estuviera rellena de algodón.
La esteticista le respondió en un tono apropiado:
-Nuestro trabajo es hacer todo lo posible por restaurar la apariencia de los fallecidos. Esperamos que puedan ir al paraíso con dignidad.
Gracias, pero quiero quedarme con ella un rato, solo diez minutos, ¿podría?
La esteticista asintió.
-Está bien.
Celia pasó los últimos minutos con Rosa. Cuando salió de la funeraria, aunque el sol era abrasador,
ella se sentía fría.
-¡Celia! —la llamó Alfredo.
Al bajarse del auto, corrió hacia ella. Al enterarse de lo sucedido, había dejado todo para venir a verla.
-Tu mamá…
Capitulo 198
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también caía en su mano, pero ella no podía sostenerla.
-No pude disfrutar del amor maternal por mucho tiempo. Ella me dejó sola en el mundo… Mira, la vida es como este rayo de luz. Lo puedes ver, pero nunca serás capaz de agarrarlo.
Alfredo sintió un dolor en el pecho. El día anterior… Si hubiera atendido la llamada…
-Lo siento mucho.
Al final, no pudo decir nada más que esas palabras. Entonces Celia forzó una sonrisa y lo miró.
-Alfredo, estoy agradecida por todas tus ayudas durante estos días.
Dicho esto, lo pasó por alto y se alejó. Alfredo apretó con fuerza los puños. Tenía el presentimiento de que, si ella se iba así, ellos jamás volverían a verse en su vida. De inmediato, la alcanzó corriendo y la detuvo tomándola del brazo.
-Celia, lo siento mucho. Ayer no sabía que… -Intentó explicar algo.
Antes de que pudiera terminar, una figura alta se le acercó. Sin darle más tiempo para reaccionar, le lanzó un violento puñetazo en la cara.
Capitulo 199
Capítulo 199