Capítulo 197
Cuando Celia despertó, estaba en la habitación de la clínica. César y el médico estaban de pie a un lado, conversando. En cuanto al tema, a ella no le interesaba.
Se quitó la aguja de su mano. César fue el primero en reaccionar. Se apresuró a presionar su herida que sangraba.
-Celia, ¿estás loca?
–
-Se preocupó.
-Tengo que ir a llevar a mi mamá a casa… Me ha esperado demasiado…
Ella, aturdida, se soltó del agarre. Solo había avanzado unos pasos antes de que él la detuviera, abrazándola por la cintura. La presionó contra su pecho y le dijo con voz cortante:
—¡Celia! ¡Mírame!
Con sus manos tomó su cara, forzándola a levantar la cabeza. Ella estaba pálida, sin rastro de color; sus ojos estaban vacíos, sin ninguna vitalidad. César acomodó con suavidad los mechones de su cabello detrás de las orejas y le dijo con voz grave:
—Tu mamá falleció. Tienes que aceptarlo.
-¡Pura mentira! -Celia lo fulminó con los ojos enrojecidos-. ¡Voy a buscarla! ¡Suéltame!
-¿Y si no te suelto? – Insistió él.
Celia abrió la boca y mordió con fuerza su brazo. Él emitió un gruñido de dolor, pero no la soltó.
-¡Señor Herrera!
El médico miraba con el corazón en vilo, intentando intervenir. Ella lo había mordido con demasiada fuerza, hasta hacerlo sangrar. Al probar el sabor de la sangre, Celia soltó el brazo. Él no tuvo tiempo para ocuparse de la herida en, solo la miró fijamente.
-Celia, tienes que enfrentarlo.
Al médico le parecía demasiado cruel.
-Señor, en su estado actual, sería mejor no estimularla más. -Aconsejó.
-¿Y entonces debo dejar que se engañe a sí misma?
El médico se quedó sin palabras.
-Al menos eso beneficia su recuperación física y mental…
César, mirando la expresión adormecida de Celia, apretó ligeramente los puños.
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Si no puede aceptarlo ahora, ¿cómo podrá hacerlo en el futuro? Incluso si puede evitarlo por un tiempo, no podrá evitarlo para siempre.
Dicho esto, tomó los hombros de ella y la persuadió.
-Si tu mamá estuviera viva, nunca te permitiría dejar de comer y beber por ella, ni descuidar así tu propia salud, ¿cierto? Celia, si ella es importante para ti, debes dejarla descansar en paz. Tu condición no aguanta más sufrimiento. Así que, por ahora, deja los asuntos de tu mamá en mis manos, ¿de acuerdo?
Por un momento, ella recobró la lucidez y se burló de esas palabras ridículas.
-¿En tus manos? Los casos de mi hermano y de mi papá aún no tienen un resultado. ¿Cómo me atrevería a confiártelos a ti?
César sabía que ella aún guardaba resentimiento por lo sucedido a Carlos y a Fabio, negándose a aceptar los resultados que él le había dado. Lo único que ella quería era que Sira fuera declarada culpable.
En el pasado, él no entendió por qué Celia insistía tanto en que Sira fuera la culpable, y por qué siempre creía que ella le había hecho daño a sus familiares. No obstante, cuando notó que Sira también estaba involucrada, esa “coincidencia” le generó algunas dudas…
Pero, antes de que la investigación de la policía concluyera, sería mejor no decirle nada a Celia.
***
Sira y la enfermera estaban en la estación de policía dando su declaración. A juzgar por sus reacciones, parecían muy asustadas. Sira, en la sala de interrogatorios, sostenía un vaso de agua con manos temblorosas. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras decía.
-Creí que podía sostenerla… Entre dos personas, ¿¡cómo era posible que no pudiéramos sostenerla!?
La policía revisaba la declaración y le preguntó una vez más para la confirmación:
-Entonces, antes de la caída de Rosa, ustedes solo habían tenido una discusión verbal, sin ningún contacto físico, ¿cierto? Fue la fallecida quien quiso suicidarse, ¿es todo correcto?
Sira apretó el vaso y asintió.
-Sí…
-¿Por qué quiso suicidarse?
-Su hijo quedó en estado vegetativo y su esposo murió hace días. Se dice que su suegra, por la propiedad de su esposo, iba a causarle problemas -relató Sira sollozando-. Hoy solo mencioné que su hijo me había secuestrado y ella se alteró al escucharlo.
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Un policía al lado le dijo a la policía responsable que el secuestro sí existía y que la afectada era Sira. Pero el sospechoso se había quedado en estado vegetativo por heridas graves, cuando fue detenido en un centro de detención de otra jurisdicción.
El proceso de interrogación duró treinta minutos. Las versiones de la declaración de ambas no diferían mucho. Ambas coincidían en que, al mencionar a Carlos, Rosa se alteró. Además, Rosa había intentado estrangular a Sira. Fue la enfermera quien la detuvo.
No estaba claro si Rosa tenía el intento de suicidio, pero, antes de su caída, ambas sí la habían sostenido y también habían gritado para pedir ayuda. La fuerza de las dos jóvenes era muy limitada y, en ese momento, Rosa se enfrentaba con el agotamiento por haber estado colgada en el aire por mucho tiempo.
La policía hizo una copia de esta declaración y se la entregó al comisario.
César, sentado en el sofá con las piernas cruzadas, jugaba con un encendedor metálico en sus manos. Estaba esperando a que el comisario revisara el contenido de la declaración. Este se levantó y se acercó a él, informándole sobre la situación. 2
-Señor Herrera, aquí tiene el documento de la declaración. No me doy cuenta de nada sospechoso.
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