Por que 193

Capítulo 193 

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Jacob sentia que ambos oídos le dolían de tantos gritos. Ya tenía ganas de echar a Rocío del edificio. Tal vez por miedo a molestar a Nieve, Ben salió de la habitación y cerró la puerta. 

—¿Ya terminaste de hacer un escándalo?-le preguntó con cara impasible. 

Ella, con expresión afligida, mordió su labio y le preguntó: 

¡Le prometiste a mi mamá que vendrías a cenar! 

-Sí, acepté la invitación -Ben sonrió despreocupado-. Pero nunca prometí que estaría allá. 1 

Ella no podía creerlo. 

-¿Nos… nos estabas tomando del pelo? 

-Ustedes me tendieron una trampa. Mi pequeña mentira es solo un regalito para corresponderles lo que me hicieron -respondió, con una sonrisa indiferente. 

El Ben de ese momento no se parecía nada a un caballero gentil. Era un hombre astuto y calculador. Rocío se le acercó y lo agarró, llorando con un tono de súplica. 

-No es así… Eso lo hizo mi mamá, no yo… Además, ese día no pasó nada entre nosotros, ¿no es así? Solo quiero que te cases conmigo… 

Ben le hizo una seña a Jacob para que se fuera. Después de que se fue, liberó su mano del agarre. 

-La última vez dijiste que Celia era una perra lamebotas. Mira cómo estás tú ahora. Para casarte con un hombre, ¿no te importa la dignidad? 

Ella se quedó aturdida por unos segundos, pero sentía que era diferente a Celia. 

-Celia sabía que César amaba a otra, ¡pero aun así se casó con él! ¡Una mujer como ella es una perra lamebotas! Pero tú… 

-¿Cómo sabes que yo no tengo a alguien que amo? 

Rocío se atragantó, negándolo con determinación. 

-¡Eso es imposible! Investigué sobre ti. ¡No hay mujeres a tu alrededor! 

-¿Me investigaste? -Él se rio, mientras se ajustaba la camisa-. La información que encontraste es solo lo que yo quiero que los demás vean. ¿Sabes qué es real y qué es falso entre lo que obtuviste? 

Ella se quedó sin voz, aturdida. Después de un largo rato, reunió el valor para hablar de nuevo. 

-¿Te gusta Celia? —le preguntó, algo perdida. 

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Capítulo 193 

-Si–respondió sin dudarlo. 

Pero, no se trataba de “gustar” entre un hombre y una mujer. 

Los ojos de Rocío se enrojecieron al instante. 

¡¿Qué tiene ella de bueno?! 

-En todo es mejor que tú -replicó, sin piedad. 

Ella, profundamente herida en su interior, se derrumbó. 

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-¡Ben! ¡Ella está casada con mi hermano! ¡Ya no tienes oportunidad! Además, jese día ya aceptaste la unión conmigo! 

Ben no se explicó. Solo sonrió con indiferencia. Sus ojos no mostraban la más mínima compasión o 

ternura hacia ella. 

—Incluso, si la familia Rojas buscara una unión, no querría un miembro que no sepa respetar a los demás. Señorita, primero aprende a ser persona con moral, luego considera estas cosas de interés. 

Pidió que se llevaran a Rocío, sin siquiera volver a mirarla. Rocío se sintió humillada. Quería llorar, pero debido a su estatus, no podía derramar lágrimas frente a los demás. 

Era una joven de alta sociedad, ¡y había perdido contra Celia! ¡Era imposible que se conformara! 

*** 

Marta retuvo a Celia en la casona. Sacó algunos artículos y ropa de bebé para que eligiera. Ya le estaba pidiendo a Marina que preparara una habitación para el bebé. 

Su suegra, que antes la criticaba por todo, le hablaba con un tono amable. Parecía querer convertirla en la verdadera futura dueña de los Herrera. Si supiera que no estaba embarazada, enloquecería… 

Una sirvienta se acercó a Marta y le dijo algo. Celia, por el movimiento de sus labios, entendió las palabras “ese niño“. Probablemente se referían a Óscar. Tras despedirse, Marina se retiró con esta 

sirvienta. 

Celia eligió al azar algunos artículos para satisfacer las demandas de Marta y luego buscó una excusa para irse de la villa. Se dirigió a la residencia donde vivía el personal doméstico y vio a un médico. En ese momento, una sirvienta salió de la casa y Celia la detuvo. 

-¿El niño está enfermo? 

La sirvienta se sorprendió mucho al verla. 

-¿Señora? 

Capitulo 193 

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No se atrevió a darle mucha información. 

-Es un problema psicológico. El señor Herrera contrató a un psicólogo para el niño… Le explicó tartamudeando. 

Celia, confundida, le preguntó: 

-¿Por qué necesita un psicólogo? 

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