Capitulo 184
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Capítulo 184
Dos dias después, cuando Celia salió del edificio de cirugía de la clínica, al levantar la vista, vio a Alfredo cerca de la puerta giratoria, con gente entrando y saliendo a su alrededor. Se le acercó a él y lo saludó:
-¿Alfredo?
Alfredo se volteó y mostró una leve sonrisa.
-Ah, Celi.
-¿Qué haces parado ahí?
-Espero a alguien -respondió él, evitando su mirada.
De hecho, había estado ahí para buscarla. Pero, como no sabía con qué excusa podría sacar un tema y temía que, afectada por las palabras de César, ya no quisiera verlo. Al escucharlo, Celia pareció entender todo y luego bromeó.
-Sentarse en la sala de espera no te cuesta nada. Podrías esperar allá, ¿no?
-Es que estoy demasiado intranquilo para sentarme… -Su mirada se posó en su abdomen y luego la recuperó de inmediato—. ¿Cómo está tu mamá?
Ella se encogió un poco de hombros.
-Está bien.
-Ese día… —Alfredo la miró y, al final, decidió hablar del tema, pero con cara de dificultad—. Me fui sin despedirme de ti ni de tu mamá. A ustedes les parece raro, ¿cierto?
-Lo de ese día no fue tu culpa. Tampoco esperaba que César apareciera de la nada –
Alfredo se relajó un poco con su respuesta.
-respondió.
-Celia, si algún día descubres que hice algo que te lastimó… ¿Dejarías de hablarme? -tartamudeó.
Ella, confundida, le preguntó:
-¿Ya lo hiciste?
Pues… sí.
-Bueno, en ese caso… —Celia lo pensó―. Depende. Soy bastante comprensiva. Si es algo menor, te podría perdonar.
Él sonrió, sin decir nada más. Antes de irse, se detuvo y miró a Celia.
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Ah, y… ten mucho cuidado con… tu vientre.
Celia parpadeó, aturdida. Al decirlo, él estaba bastante serio, lo cual no era su actitud habitual. “¿ Cuidar mi vientre? ¿Por qué me lo decía?”
Pero, el incidente ocurrió,
Al mediodía, mientras ella usaba las escaleras, alguien la empujó por detrás. Desprevenida, cayó rodando por las escaleras. Quedó en el suelo con el mundo girando ante a sus ojos y el dolor llegó tarde. Una empleada de limpieza, al oír el ruido, fue a revisar y llamó a las enfermeras.
Llevaron a Celia a hacerle radiografías. Tenía una fisura leve en el brazo derecho y una ligera conmoción cerebral. Por suerte, nada grave.
César llegó con dos guardaespaldas. Al salir del ascensor, se fue al departamento de radiología. Celia tenía el brazo derecho enyesado, con la mano izquierda sosteniendo los resultados de la tomografía,
avanzaba en el pasillo con lentitud.
Cuando él la vio así, sintió un dolor punzante en el corazón. Se le acercó en silencio. En ese momento, ella alzó la vista. Pero antes de que pudiera decir algo, él la levantó en brazos. Bajo las miradas llenas de curiosidad de los pacientes, ella deseó esconder su cara. Especialmente, ¡porque aún llevaba su
bata!
-¡César! ¡Estoy en mi horario laboral! – le dijo entre dientes.
-Con un accidente así, ¿aún piensas en tu trabajo? -Él no cedió y se la llevó.
Cuando las enfermeras vieron cómo César se había llevado a Celia en brazos, se quedaron todas atónitas. Después de todo, en su impresión, Sira era la “novia” de César. Debido a esta escena, los rumores sobre Celia siendo la “amante” resurgieron.
En el estacionamiento, Sira se le acercaba a César.
-¡César!
Al ver a Celia en sus brazos, ocultó la hostilidad y la crueldad en sus ojos antes de acercarse más.
Oh… Celia, ¿te lastimaste? Debes hospitalizarte por tu estado —dijo con sorpresa fingida.
Ella la miró.
-¿Mi estado?
-Dicen que estás embarazada, ¿no es así? Las embarazadas, si se caen, pueden sufrir un aborto. — Sira la miró con falsa compasión—. Yo soy madre. Entiendo muy bien el dolor de perder un hijo. 1
Celia ya comprendió todo lo sucedido. Alfredo la había advertido que “cuidara su vientre” porque
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también creía que estaba embarazada… Y, alguien malintencionado quería hacerle daño a su “bebé“.