Capítulo 156
-Señorita Sánchez, quiero cortejarte.
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Alfredo estaba muy cerca de Celia. Su piel sin ningún tipo de imperfecciones era más suave y tersa que la de una mujer; sus ojos brillaban con vivacidad, su nariz era alta y recta, e incluso las líneas de sus labios eran atractivas.
Celia recordaba que, la primera vez que ella lo había visto, había creído que era un hombre apuesto. Sin embargo, en ese momento, su gusto se inclinaba cada vez más por los rasgos gallardos y esculpidos como los de César.
No obstante, frente a la directa y repentina declaración de Alfredo, Celia quedó confundida.
-Pero, Alfredo, tú….
Le pareció demasiado repentino. Por un momento, no supo cómo responderle.
-Lo siento por ser precipitado. Al principio, planeaba decírtelo después de tu divorcio. No necesitas darme una respuesta inmediata. Solo quería expresarte mis verdaderos sentimientos. No tengo prisa por tu respuesta – añadió Alfredo con voz suave pero con una mirada decidida.
Ella apretó con fuerza los labios y guardó silencio.
-Ven, dime, ¿acaso te sientes presionada? No te preocupes. Incluso si me rechazas, lo aceptaré con alegría. No soy de esas personas rencorosas. -Sonrió Alfredo despreocupado.
Celia se alivió un poco al escuchar esas dulces palabras.
-Alfredo, aún no me he divorciado. Tus palabras me resultan tan repentinas… La verdad es que me cuesta bastante aceptarlo…
Él entrelazó los dedos y apoyó la barbilla sobre ellos, bromeando con malicia:
-Entonces, una vez divorciada, ¿tendré una oportunidad para ser tu novio?
Celia quedó sin palabras.
-Bueno, no te molesto más. Me retiro ya. -Se rio de oreja a oreja Alfredo.
Se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. Luego, se volteó a mirarla.
-Podrías considerarlo, sinceramente.
Después de que Alfredo se fue, Celia se masajeó las sienes adoloridas. ¿Qué clase de situación tan explícita era esa…? ¿Alfredo quería cortejarla? Era algo que ni siquiera se atrevía a imaginar. Todo le parecía ser demasiado dramático.
En ese momento, Samuel le envió un mensaje, informándole que los resultados de la investigación sobre el incidente del anestésico ya estaban listos. Al abrir el documento, su expresión se volvió sombría: Sira salió ilesa de toda esta situación y Sandra cambió su declaración asumiendo toda la responsabilidad…
Sandra fue despedida por negligencia con el anestésico. En el futuro, ningún hospital volvería a contratarla.
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Capitulo 156
+25 BONUS
Todos pensaban que esa era la verdad, que esta joven había cometido el error sola. Solo unos pocos sabían que ella solo era el chivo expiatorio, pero, ¿qué podían decir?
Celia, por su parte, ya estaba acostumbrada a este tipo de injusticias. Aparte de César, nadie más podría ayudarla a evadir las sospechas. ¿Y qué había prometido? ¿Que las autoridades investigarían el caso y que él no interferiría sin importar el resultado? Qué ridículo…
Y lo más ridículo era que, ella lo había creído.
En horas de la tarde, Celia salió de la oficina. Apenas llegó al estacionamiento, recibió una llamada de Valeria, pidiendo que regresara a la casona. Ella aceptó.
Al llegar a la casona, siguió a Marina al jardín.
-Abuela, ¿me busca?
Celia subió las escaleras y se detuvo junto a la anciana. Valeria vestía un vestido de color verde oscuro. A pesar de su edad, aún emitía elegancia.
-Ven aquí, niña. Siéntate.
Celia se sentó a su lado de manera obediente. La anciana tomó su mano con cariño y le preguntó:
-Me enteré de lo que pasó en tu familia. ¿Cómo está tu mamá ahora?
Celia bajó la mirada.
-Está bien. Poco a poco lo está aceptando.
Valeria extendió la mano y le acomodó un mechón sobre la oreja. Su mirada estaba llena de cariño. -Tú sigues siendo la esposa de César. Cuando ocurra algo tan grave, deberías decírmelo.
Ella mordió su labio inferior, dudando un poco.
-Abuela, es que no quiero involucrar a la familia Herrera…
Valeria había leído todos los pensamientos de la joven, aunque no los dijo abiertamente. Sabía que esa decisión de Celia se debía a su propio nieto, César…
Después de charlar con ella por un buen rato, Valeria se retiró a descansar. Como Celia no quiso molestarla más y tampoco quería quedarse ahí, decidió irse de la casona. Apenas salió del jardín hacia el patio, al levantar la mirada, vio a César de pie en el camino de losas junto al estanque.