Capítulo 150
Celia ignoro la ardiente mirada de César y se dirigió a Rodolfo.
— Señor Juárez, numca he necesitado demostrar mi capacidad con palabras. Creerme o no es una elección personal. Usted optó por confiar en mí, y naturalmente debí esforzarme por no defraudar esa valiosa confianza.
Rodolfo se quedó por un rato aturdido, quizás también consciente de su mala actitud previa. Apenado, bajó la cabeza ante todos para disculparse con ella.
-Señorita Sánchez, le pido perdón por haber dudado de su habilidad anteriormente.
Dicho esto, levantó la cabeza mirándola con una expresión seria.
-Es cierto que es una doctora excepcional, como dijo el director López. No, más que eso, jes un talento prodigioso!
-Estoy muy agradecida, pero no soy tan buena como dijo.
Rodolfo intercambió unas cuantas frases con Celia. Cuando su esposa fue trasladada al pabellón, de inmediato se fue a acompañarla.
En ese momento, el área de quirófanos ya estaba llena de elogios para Celia, eclipsando por completo los rumores negativos anteriores sobre ella.
Al ver la mirada de César fija en Celia, rodeada de gente, Sira apretó las manos aún con más fuerza en secreto. ¡solo Todos sus grandes esfuerzos en armar esos comentarios difamatorios contra Celia habían sido en vano, porque tuvo éxito en esa cirugía!
-César -Sira lo llamó con voz débil –, fui yo quien malinterpretó a Celia. Todo fue mi culpa… Luego, volteó hacia Celia y continuó:
-Es que me preocupaba la reputación de la clínica. Si la cirugía hubiera fracasado, todos habríamos perdido nuestro sustento. Por suerte fue un éxito rotundo y tú no has cometido un error, ¿cierto?
Celia la miró con frialdad, sin decir ni una palabra.
-Deja la falsa amabilidad -se burló el médico asistente al ver esa expresión de Sira, soltando una risa de exasperación-. Si la doctora Sánchez no hubiera descubierto el problema con el anestésico, ¡la policía ya estaría hace rato aquí!
-¿Qué pasó con el anestésico? -preguntó por curiosidad un médico cercano.
El médico asistente gruño con desprecio:
-¡Pregúntenle a la directora Núñez! Ella lo sabe mejor que nadie.
Sin pensarlo, las miradas de todos se posaron simultáneamente en Sira. César entrecerró los ojos con semblante
serio.
Un destello de pánico cruzó los ojos de Sira, pero se obligó a calmarse.
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Capitulo 150
+25 BONUS
–No tengo ni idea… ¿Sería un malentendido? -tartamudeó.
¡En el historial de la paciente está escrito muy claro que ella es alérgica al Propofol! Cualquier médico o enfermera que lo viera lo sabría. ¡Y tú le pediste a esa enfermera novata, Sandra, que nos trajera preciso Propofol! Es evidente que fue un uso indebido de medicamentos. ¡Nos tendiste una trampa a todos!
El médico asistente la desenmascaró sin piedad alguna, incluso quiso insultarla señalándole la punta de la nariz.
Frente a las acusaciones de quienes la rodeaban, Sira se sintió tan avergonzada que palideció. Sus manos, antes apretadas, se aflojaron. Con sus ojos ya enrojecidos, se quejó fingiendo inocencia.
No revisé el historial y no sabía que la paciente es alérgica al Propofol. ¡Alguien me tendió la trampa de forma deliberada!
Agarró del brazo a César con una mirada de víctima.
-César, en serio no lo sabía. Tienes que creerme…
Sandra fue traída allí por el médico asistente. El joven le pidió que ella repitiera palabra por palabra lo que Sira le había dicho al recoger el medicamento. En el momento en que Sira la vio, su expresión se congeló.
Sandra apenada bajó la cabeza con obvio arrepentimiento.
-La directora Núñez me dijo que un poco de Propofol solo causaría una alergia leve y que no sería mortal… César fulminó a Sira. En sus ojos profundos se veía un rastro de una emoción compleja.
Sira lo negó, con las lágrimas rodando por sus mejillas.
-Nunca le dije eso. ¡No fui yo! César, jella me está tendiendo una trampa!
Con el creciente murmullo de la multitud, Celia se rio con sarcasmo.
-¿Qué motivo tendría una pasante nueva para tenderle una trampa como esa? ¿Qué ganaría con ese acto tan bajo?
-¡Celia! -gritó Sira con voz quebrada por el llanto-. Sé que siempre me has odiado… ¡Pero tu hermano me secuestró y yo fui la víctima! Tus padres vinieron a advertirme que me alejara de César, ¡en eso yo también fui la víctima! ¡Yo no sabía que tu padre tenía un infarto! ¡¿Y su muerte qué tiene que ver conmigo?!
Lloraba desconsolada, como si hubiera sufrido una gran injusticia.
-Solo porque tu padre murió, me odias, me guardas rencor y ¿ahora quieres incriminarme?