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Capítulo 141
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Capítulo 141
Al ver que terminó el espectáculo, los vecinos se dispersaron y el patio volvió a quedar en un silencio sepulcral. Celia se liberó del agarre de César y se dirigió hacia Rosa.
-Ya se fueron todos. Basta con la actuación. Escucha muy bien, César Herrera, aquí no eres bienvenido – le dijo a César con frialdad.
César bajó la mirada, sintiendo el calor residual que quedaba en dedos, pero su expresión se tornó sombría. Después de un buen rato de silencio, habló:
-Puedo irme, pero él también debe hacer lo mismo.
Alfredo sonrió, pero guardó silencio.
-Alfredo es nuestro invitado. No tienes derecho a decidir nada -refutó Celia indiferente.
César levantó la mirada, clavándola en Celia.
-Celia la llamó, con toque de advertencia, pero sin añadir nada más.
-Señor Herrera, yo invité a Alfredo. -Rosa se interpuso frente a Celia, con su semblante sombrío, triste y lleno de resentimiento-. Fue Alfredo quien muy amable nos ayudó con todos los asuntos relacionados con el funeral de Fabio. Lo invité a comer para agradecerle. Por favor, por respeto al difunto padre de Celia, deje de causarnos más problemas. Si insiste en que le paguemos algo, puede quedarse, si quiere, con mi vida vieja y sin valor. ¿Qué le parece?
Una opresión pesada se apoderó del pecho de César. En su cara se notó la tensión. Después de un largo rato, su expresión finalmente se relajó y su tono también se suavizó.
-Señora, lamento lo sucedido con el señor Sánchez. Lo investigaré a fondo.
-Haga lo que quiera —le respondió Rosa con calma, luego entró a la casa. Celia la siguió de cerca, y ninguna de las dos le dirigió una sola mirada más.
Alfredo pasó junto a César con una sonrisa provocativa. Sus miradas se encontraron, pero solo la de César se tornó aterradora.
***
Dentro de la casa, Rosa estaba ocupada en la cocina. Celia se acercó a ayudarla. Rosa cortaba las verduras con preocupación mientras hablaba con Celia.
-Debemos cambiar a Carlos lo más pronto posible de hospital. Antes fue mi error, no debí aceptar tan a la ligera los arreglos de César. Ahora la vida de Carlos depende de su voluntad…
Al recordarlo, sus ojos se enrojecieron. Volteó para secarse las lágrimas, llena de arrepentimiento. -Temo que César le haga algo malo…
La familia Herrera era poderosa y ellos estaban muy lejos de poder compararse. En el patio, Rosa se había forzado a decirle esas palabras con coraje. Sí, guardaba resentimiento hacia César, pero, de hecho, ella no podía hacer nada al respecto, y además temía sus represalias.
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Capitulo 141
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Celia entendía con claridad sus preocupaciones e impotencia. La consoló.
-No te preocupes, mamá. Ya tengo planes con respecto a Carlos.
—Me alegra que aún te tenga a ti. Rosa se secó las lágrimas, tragó la tristeza y forzó una sonrisa-, Bueno, mejor no hablemos de esto. Alfredo todavía está aquí, ¿no es así?
Pronto, Rosa tuvo el almuerzo listo y lo sirvió en la mesa. Había preparado cuatro platillos y una sopa deliciosa.
Señora, es demasiado amable conmigo. ¡Qué banquete tan generoso! ¡Solo con ver estos platillos tan delicados se nota su excelente habilidad de cocina! -La elogió Alfredo con palabras dulces.
Estas frases tiernas hicieron reír a Rosa, quien ya no podía cerrar la boca de la sonrisa.
-Dios mío, muchacho, tienes una lengua muy dulce. Si te gustan, come más.
Rosa le sirvió comida en el plato, hasta que estuvo a punto de desbordarse.
En los ojos de Alfredo hubo un destello de una emoción compleja y su cara también mostró un cambio fugaz. Pero, todos estos detalles desaparecieron en un santiamén.
-Es un honor almorzar con usted.
Después del almuerzo, Celia lo acompañó hasta la puerta. Se detuvo por unos segundos frente a su auto. Al voltearse, la vio como si tuviera algo que decir.
Si quieres decir algo, solo dímelo. No tienes por qué preocuparte cuando estés conmigo. —Le sonrió a Celia. Ella apretó con fuerza los labios. Dudó, pero al final tomó la decisión.
-Antes me preguntaste sobre mi relación con César. Él y yo tenemos un matrimonio secreto. Lo siento mucho, por mi culpa, te he involucrado en este lío.
Alfredo se encogió pensativo de hombros.
-Ya me había imaginado que su relación no era nada normal. Pero… ¿por qué me lo explicas? Acaso…
Mientras hablaba, se acercó un paso, con una sonrisa significativa y un poco maliciosa.
-¿Quieres demostrarme que también tengo una oportunidad?
Celia quedó perpleja por unos minutos para procesar sus palabras.
Alfredo levantó la mano, quiso tocar su mejilla, pero al recordar algo, la retiró enseguida.
-Eres una buena chica. Él es el que no se ha dado cuenta.