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Por que 113

Por que 113

Capítulo 113 

Perla siguió provocándola sin inmutarse

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-Sí, ¡digo que eres una cazafortunas! ¿Y qué? La señorita Núñez tenía razón: siempre hay mujeres como , tan descaradas que se lanzan a los hombres como perras en celo… 

Antes de que terminara la frase, Celia le dio una cachetada tan fuerte que todos en el vestíbulo la escucharon. Al instante, todas las miradas se posaron en ellas. Perla quedó petrificada por un segundo, y luego, roja de furia, intentó devolver el golpe. Pero Celia la detuvo de un manotazo y le dio otra cachetada. Esta vez, había aplicado todavía más fuerza y la hizo tambalearse

-¡¿Cómo te atreves a pegarme?! -gritó Perla, enrojecida de ira y cubriéndose la mejilla ardiente-. ¡Seguridad! ¡Llamen a seguridad ahora mismo

Los guardias llegaron en segundos

-¡Esta loca me golpeó sin motivo! ¡Contrólenla y llévensela a la comisaría! -ordenó Perla señalando la nariz de Celia

Celia, con un aura potente y sombría, respondió

-Todos aquí escucharon cómo me insultaste primero. Vine a ver al señor Herrera por asuntos importantes, pero en lugar de actuar profesionalmente, optaste por difamarme con mentiras asquerosas. También eres mujer. ¿No te da vergüenza soltar esos insultos

Hizo una pausa antes de continuar

-O sea, ¿esta es la actitud de este grupo? ¿Todos los empleados aquí tienen que insultar a cualquier mujer que aparezca en este edificio

Las miradas de las empleadas alrededor se volvieron hacia Perla, llenas de reproche

-Qué arrogancia más ridícula. Ella también es mujer, ¿no es así?

-Inventó rumores asquerososQué repugnante

Perla palideció, pero intentó defenderse

-¡Eeso es mentira! ¡Es que no tienes cita

-Si tengo cita o no, eso justifica tus calumnias. —Celia sacó su celular con calma-. No quería hacer esta llamada en persona, pero ya que insistesLlamaré al señor Herrera por mi cuenta

La recepcionista contuvo la respiración. ¿Esta joven tenía el número de César? ¿Lo conocía? Perla sintió un escalofrío de miedo. Pero luego recordó que, en sus siete años de trabajo en esta empresa, jamás había visto a esta mujer. ¡Debía estar fingiendo

-¡Adelante! Se burló-. A ver si el señor Herrera le contesta a una puta cualquiera como

No obstante, Celia solo escuchó la voz mecánica del contestador, luego el tono de ocupado cortó la espera. Lo intentó varias veces, pero solo obtuvo el mismo resultado. Dejó escapar una risa burlona. Mientras los 

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murmullos crecían, Perla confirmó sus sospechas. De brazos cruzados, habló con arrogancia

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-¿Lo ven? ¡Todo lo que dijo ha sido pura farsa! ¿Quién se cree que es? ¿Incluso intentó llamar al jefe? ¡Nadie te creerá

Celia, con la expresión sombría, decidió irse cuando se dio cuenta de que César lo había hecho deliberadamente. Sin ganas de perder más tiempo en esa discusión y en estos comentarios aburridos, decidió irse. Pero Perla ordenó a los guardias bloquearla

-¿Te desenmascaré y ya no actúas? ¿Ahora quieres huir? -Se burló Perla, agarrando su brazo con fuerza-. ¡Te haré pagar por esas dos cachetadas que me diste

Al terminar de hablar, levantó la mano para golpearla. Y entonces, una figura apareció entre ellas y detuvo el golpe. Perla iba a protestar, pero al ver a Nicole, se encogió al instante

-NiNicole

Nicole apartó su mano con desdén y se dirigió a Celia

-El jefe acaba de llegar a la oficina. Sígame, por favor

Todos los presentes se sorprendieron. Perla palideció como la muerte al escuchar que Celia no había mentido. Celia la ignoró y siguió a Nicole en silencio. Los empleados se dispersaron, dejando a Perla petrificada en su lugar, con el corazón latiéndole violentamente por las preocupaciones

Nicole guio a Celia a la oficina de César, luego cerró la puerta antes de retirarse. Él acababa de regresar de jugar golf con clientes. Se vestía informalmente, con solo camisa blanca arremangada y los pantalones de lino impecables. Sus largas piernas estaban cruzadas, y sus dedos tamborileaban lentamente en el brazo del sofá

-¿Por qué me buscas? ¿Necesitabas algo

Celia permanecía serena, sabiendo que él lo había hecho a propósito

-¿Era necesario

Él la observó sin pestañear, luego cambió de postura

-Entonces, ¿esta es tu actitud para negociar

-¿Qué quieres entonces

-Ya te lo dije anoche

Celia se sorprendió, incluso sus labios perdieron color

-¡César! ¿Tus juegos con Sira no pueden satisfacer tus deseos

La mandíbula del hombre se tensó. Evitó responder a su pregunta, no quería perder tiempo en este tema

-Si no quieres ceder, la puerta está ahí

Celia apretó los puñosy luego los soltó

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Capítulo 113 

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La tensión se apoderó del espacio durante mucho tiempo. Antes de que la paciencia de César se acabara, ella finalmente dio un paso hacia él

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