Por que 109

Capítulo 109 

César tomó el informe con calma, como si ya lo hubiera anticipado. 

-¿Celia le pidió ayuda a Alfredo Suárez para investigarlo? -preguntó. 

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-Los Suárez siempre han estado en desacuerdo con nosotros. Si Alfredo se acerca a la señorita Sánchez con mala intención, podría estar usándola para sus propios fines… 

-Eso es asunto suyo. -La interrumpió él. 

A través de su expresión sombría, mostró con claridad su actitud: lo relacionado con Celia no le importaba nada. Nicole no pudo evitar poner los ojos en blanco en su corazón. Si a él no le importaba ella, ¿por qué puso esa cara…? 

-Entonces… ¿Si debemos seguir investigando el caso de Carlos? -le preguntó respetuosamente. 

César guardó silencio por unos segundos antes de responder. 

-Investiga a todas las personas relacionadas con él. 

Poco después de que Nicole saliera, sonó el celular de César. Era Sira, llorando al otro lado de la línea. 

-César… Osqui se lastimó al caer. Por más que lo intento, no quiere ir al hospital… Dice que solo irá si tú lo acompañas… 

César se preocupó, con una ligera tensión entre sus cejas. 

-¿Está grave? 

-Cayó sobre vidrios rotos… Tiene las rodillas llenas de sangre y no tengo botiquín en casa… 1 

-Iré después de terminar mis asuntos. —Le dejó estas palabras y luego colgó sin más. 

Al escuchar el tono de llamada interrumpida, Sira se puso de mal humor. Si eso hubiera pasado en el pasado, César habría acudido a su casa sin ningún retraso. ¿Pero ahora? Había dicho que vendría solo después de terminar sus asuntos… 

Desde que César se enteró de que ella había acusado injustamente a Celia en lo de la piscina, su actitud hacia ella había cambiado. ¡No podía quedarse de brazos cruzados sin hacer nada ante esa situación! 

Una hora después, César llegó con un médico para revisar las heridas de Óscar. Como ya estaban inflamadas, le aplicaron una inyección antitetánica. Cuando el médico se fue, Sira fingió alivio. 

-Es que Osqui tiene tanto miedo a los hospitales… Si no fuera por la urgencia, no te molestaría en tu horário de trabajo. Lo siento mucho por todo esto, César… 1 

Ella bajó la voz, como si estuviera pidiéndole perdón con mucha cautela por los errores cometidos. Al ver su actitud sumisa, la tensión de César se suavizó un poco. En su corazón, ella había sufrido demasiado. Si la culpaba tan severamente por solo una mentira, sería injusto para ella. Al final, se ablandó. 1 

-No es para tanto. No pienses demasiado. 

Las lágrimas brillaron en los ojos de Sira. 

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Capítulo 109 

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Sé que fui egoísta… y que no debí mentir. César, tienes mi palabra, eso nunca volverá a pasar. Y… en el futuro, no te presionaré más. Sé que ya no podemos volver atrás. Me aferraba demasiado al pasado solo por la nostalgia… 

Hizo una pausa, como si estuviera resignándose. 

-Pero ahora ya lo entiendo. Ya tengo un hijo y por eso ya no soy digna de ti. 

César la observó, con una calma que ocultaba su conflicto por dentro. Sí, alguna vez la amó. Y también era un hecho que él le había debido mucho. Pero en este caso, la había obligado a ceder cuando ella era la víctima… 

La mandíbula de César se tensó de nuevo. Guardó silencio por varios segundos, esforzándose por calmar los revuelos en su pecho. Finalmente, habló: 

-Le prometí a Osqui llevarlo al parque de diversiones. Cuando se recupere, lo haré. 

-¿En serio, tío César? 

Óscar yacía en la cama. Sus ojos, ya apagados, se iluminaron de nuevo de alegría. César se sentó al borde de la cama y tomó su manita. 

-Sí. Le sonrió. 

Sira, de pie junto a la cama, sonrió en silencio. Solo necesitaba ceder una vez para despertar la culpa y la lástima de César… Entonces, ella nunca sería la que saldría perdiendo. 

*** 

Mientras tanto, al salir de la clínica de los Herrera, Celia recibió un mensaje de Alfredo. Era la lista de contactos recientes de Tina. Como esperaba, entre los números frecuentes incluso estaba el de Sira, pero no había rastro de Paco Rivera. Si no se contactaron por llamadas… ¿habrían usado otro método? 

Perdida en sus pensamientos, bajó las escaleras lentamente. De pronto, unos gritos infantiles captaron su atención. 

-¡Idiota! ¡Aquí hay una vieja idiota! 1