C17- ¿DÓNDE ESTA MI ROPA?
C17- ¿DÓNDE ESTA MI ROPA?
El primer latido fue en la sien.
Después, en el centro exacto del cráneo. Como si alguien estuviera taladrándole el cerebro con una broca oxidada.
Kate soltó un quejido.
-Dios mío… ¿quién me metió una licuadora en la cabeza? -gruñó, llevándose una mano a la frente-. ¿Y por qué siento que la dejaron encendida toda la noche?
Abrió un ojo.
Parpadeó.
Y su mirada recorrió lentamente la habitación.
No… No podía ser.
-¿Estoy… en casa? -murmuró, sentándose con dificultad.
Bajó la vista y sus casi se salen de su órbita al ver que estaba en ropa interior.
—¿Espera… por qué estoy en ropa interior? ¿Y quién me cambió? -empezó a juntar las piezas como si armara un rompecabezas a
punto de explotar-. Lo último que recuerdo fue… el baño… Grayson… y estaba tan cerca… casi me besa…
Su respiración se cortó, quedándose en silencio un segundo. Luego se llevó ambas manos a la cara.
-No… —susurró con horror creciente―. No, no, no. Dime que no tuvimos sexo. ¡Dime que no…!
Y justo ahí, se detuvo y analizó su cuerpo.
-Pero no te duele nada. Siete años sin acción, Kate… casi eres virgen de nuevo. Si ese hombre te hubiera tocado, te dolería hasta el
alma. 4
Soltó el aire y se recostó brevemente otra vez.
-Naaa… no pasó nada. Pero bien pudo… -llevó una mano a su pecho, notando por fin lo transparente del sujetador y cubrió sus
senos con un bufido indignado. —¡Maldito pervertido! Seguro se dio un festín viéndome dormida.
Estaba lista para salir de la cama, cuando una voz grave y masculina la sobresaltó.
-Sienna… cálmate.
Se congeló y se incorporó como un rayo, buscando una bata, se tropezó con una silla, murmuró una maldición, y por fin se la puso.
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Luego se acercó, despacio, con cautela, sus pies descalzos no hacían ruido sobre la alfombra.
Y entonces lo vio.
Grayson estaba de espaldas, recostado con los antebrazos sobre la barandilla, hablando por el celular, pero lo que la dejó sin aliento fue su espalda desnuda, ancha y musculosa, con la piel dorada por el sol.1
En su omóplato derecho, tenía un tatuaje de una carabela con las velas desplegadas, llena de detalles que parecían cobrar vida.
Sobre ella, destacaba el emblema de los Navy SEALS.1
Kate tragó.
Su mirada inquieta bajó por pura inercia… y llegó a sus pantalones de algodón gris. No llevaba ropa interior seguramente, porque la tela se ceñía peligrosamente sobre unas nalgas duras, tonificadas y absolutamente indecentes.
-Maldita sea… está bueno el infeliz. —dijo mentalmente sin pensar, cruzándose de brazos con desprecio-. Pero eso no borra que
sea un desgraciado emocionalmente inútil. 2
Se regañó al instante.
-¡Espera! ¿Qué haces pensando así?
Pero entonces lo escuchó otra vez mencionando un nombre que no quería oír.
-Sienna… cálmate.
El corazón de Kate se detuvo por un segundo, mientras que al otro lado de la línea, Sienna estaba hecha una furia. La noche
anterior estuvo punto de explotar el hotel entero desde que el chofer le informó que Grayson se había ido sin explicaciones… y que,
además, debía regresar en un taxi.
Lo soportó.
Pero cuando vio que Kate tampoco aparecía, la sospecha fue una bofetada en la cara.
No era estúpida.
Él se había ido con ella.
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-¡¿Cómo que te fuiste sin decirme nada?! Me dejaste plantada como una cualquiera y encima mandaste a otro a echarme. ¿Por
qué?
Grayson cerró los ojos tensando la mandíbula.
-Hubo un inconveniente en la empresa, tuve que atenderlo. Pero te prometo que te lo recompensare, ¿sí? No te enoje conmigo.
Kate sintió que el pecho se le encogía como si le hubieran dado un golpe directo al estómago.
Un inconveniente.
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C17 ¿DONDE ESTA MIROPA?
Eso era.
Su esposa. Su maldita esposa secreta.
Un jodido inconveniente.
El dolor ardió por dentro… pero no la quebró, sino que la incendió. Y cuando habló, lo hizo en voz alta, con evidente malicia.
-¿Dónde está mi ropa, Grayson? 1
Él se giró como si lo hubieran electrocutado y Kate estaba en el marco de la puerta, de brazos cruzados, con el rostro en sombras y el cuerpo… encendido.
La bata negra de satén se abría lo justo para dejar ver el conjunto de encaje que aún llevaba debajo. Las tiras finas del sujetador marcaban el contorno de su pecho, y la braga alta apenas cubría sus caderas. Sus piernas largas, torneadas, estaban al descubierto,
firmes, listas para sostenerse… o para huir.
Y su cabello revuelto le caía sobre los hombros, enmarañado y sensual.
Pero sus ojos…
Eso era otra cosa, su ojos eran hielo puro.
Grayson la recorrió de arriba abajo, con la garganta y entonces, Sienna volvió a hablar.
Esta vez, más aguda, más histérica.
-¿Grayson? ¿Estás con una mujer? ¡¿Eso fue una mujer?! ¡Grayson, responde!
El teléfono seguía en su mano, pero él ya no escuchaba, solo la miraba a ella.
A Kate.
Y el ambiente se volvió denso, cortante, caliente. La tensión crepitó entre ellos como electricidad pura y aunque sus cuerpos no se
tocaban, ya se sentían.
Ya se deseaban. Ya se desafiaban.
-¡Grayson, respóndeme! -gritó Sienna, al borde del colapso.
El no parpadeó, solo bajó la voz..
-Adiós, Sienna. 2
-¿Qué? ¿Cómo que…?
Colgó.
Y bajó lentamente el brazo, con sus ojos… anclados en Kate y ella apretó más los brazos contra su pecho, como un escudo… pero su
mentón estaba en alto. 4
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