Capitulo 96
Capítulo 96
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No fingió desinterés. Simplemente, no quería que el divorcio se convirtiera en una disputa por dinero. Después de todo, César siempre había creído que se había casado con él por su fortuna. Si reclamaba una gran suma, él no la dejaría ir tan fácilmente. Para él, cien mil dólares y el apartamento en Villa Serenidad eran solo cosas insignificantes.
Al ver su firme determinación, el abogado no insistió más. Solo confirmó con ella los detalles del acuerdo. Después de la confirmación, Celia añadió:
-Por favor, envíe este documento a César el último día del mes.
-¿No negociará personalmente con él?
Ella guardó silencio un momento antes de responder con una sonrisa tenue.
-No hay nada que negociar.
El abogado asintió, recogió sus documentos y se marchó.
Celia entrelazó sus manos frías y su mirada se posó en el dedo anular desnudo, donde el anillo de bodas había dejado una marca pálida después de tantos años de uso. Hasta un anillo dejaba huella… ¿Cuánto más profunda sería la cicatriz de dejar atrás este amor?
Cuando volvió en sí, se levantó para pagar la cuenta en la recepción.
-Celi, ¿viniste a comer sola?
Se sobresaltó antes de reconocer la voz de Alfredo.
-¿Alfredo?
Él se dirigió a la cajera.
-Ponga su cuenta a mi nombre.
Celia rio, impotente.
-Es solo un café. No quiero causarte molestias-protestó ella.
-Queda lejos de ser una molestia.
Celia sorprendió, pero asintió en silencio, atribuyendo su amabilidad al encargo del maestro.
Mientras caminaban por el pasillo, comentó:
-Qué casualidad encontrarte aquí.
-Es uno de mis restaurantes-explicó él.
-¿En serio? No lo sabía-se sorprendió.
El lo confirmó y le hizo otra pregunta:
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Capítulo 96
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-Dime, ¿por qué viniste a comer sola?
-No vine a comer. Me reuní con un amigo, pero ya se fue le preguntó mientras acomodaban el cabello.
Alfredo se quedó pensativo.
-Ya veo…
-Alfredo, ¿tienes amigos en la comisaría de la zona del sur?
Él la miró con curiosidad.
-¿Por qué? ¿Qué ocurrió?
Tras dudar, Celia le contó sobre la injusticia que sufrió Carlos. Su expresión se tornó grave.
-Parece que la persona detrás del caso tiene una red de conexión muy poderosa. Y si alguien revela lo que hizo, será un caso con muy malas influencias. César no sería tan imprudente.
Ella comprendió su insinuación. Aunque sospechaba que Sira había usado las conexiones de César…
Si no fue él, ¿quién más la ayudaría?
-No te preocupes, investigaré esto.
Celia retiró la mirada.
-Te lo agradezco.
-¡¡Celia!!
En ese momento, se oyó una voz aguda desde los ascensores.
Celia miró hacia donde había venido la voz y vio a Rocío, quien se les acercó con su bolso de diseñador y zapatos de tacones. Señalando a Celia, la acusó:
-¡Engañaste a César con otro hombre! ¡Ahora si te pillé!
Alfredo permaneció en silencio.
Celia soltó una risa incrédula, impotente.
-¿No eras tú la que más deseaba que me separara de él? ¿Por qué te importa?
¡Tú…!-Rocío no reaccionó, no sabía cómo replicarla.
Efectivamente, siempre había querido separarlos. Pero… Celia amaba más a César en el pasado… Ante tales acusaciones, solfa defenderse con desesperación. ¿Por qué está vez…?
-Vámonos, Alfredo -dijo Celia, sin interés de perder más tiempo con Rocío.
Rocío bloqueó su paso y la acusó con expresión serla.
-¡Qué descarada eres! ¡Aún estás casada! ¡Lo has traicionado!
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