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Por que 88

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Capítulo 88 

César se había ido sin que Celia se diera cuenta. Cuando ella recobró la compostura, solo podía sentir el silencio que se apoderaba de la habitación. 

Las palabras como “no eres digna” y “con qué derecho” seguían resonando en sus oídos. Cada sílaba le causaba constante dolor en el corazón. Creía que su corazón lleno de cicatrices se había acostumbrado a las palabras hirientes, pero resultaba que todavía podía sentir dolor por eso… 

A él no le importaba quién fuera su esposa… Si realmente no le importaba, ¿por qué la trataba así? 

Se deslizó lentamente por la pared hasta quedar agachada en el suelo. Por primera vez en su vida, se sintió completamente impotente. 

*** 

Dos días después, Fabio y Rosa recibieron la noticia de que su hijo estaba detenido por secuestro, enfrentando una posible sentencia de prisión. Al enterarse de eso, se quedaron inmóviles por el impacto. Solo al ver a Carlos en la comisaría, confirmaron el hecho de que él había secuestrado a una persona: la amante de César. 

Esa mañana, cuando Celia llegó a la clínica, sus padres ya la esperaban en la entrada. 

-¡Celia! 

Al verla, su padre se abalanzó hacia ella, lanzándole una cachetada brutal que la hizo tambalear. Rosa se apresuró a apartar a su esposo furioso y le gritó, preocupada. 

-¡¿Qué estás haciendo?! 

Celia no dijo nada al recibir el golpe. Solo se ajustó el cabello y la blusa con calma. 

Esa actitud indiferente avivó más la ira de Fabio. Rugió a Rosa, señalando a Celia con un dedo tembloroso. 1 

—¡Mírala! ¡Carlos arriesga su futuro por ella secuestrando a esa mujer! ¡Y estą ingrata ni siquiera se inmuta! ¡ Por su culpa, nuestro hijo irá a prisión! Si hubiera sabido que traería esta maldición a nuestra familia, ¡nunca hubiera permitido que la recogieras…! 

-¡Fabio Sánchez! 

Fue la primera vez que Rosa le gritaba. Él se detuvo en seco, y luego apartó la cara, impaciente. En sus ojos ardían el arrepentimiento. 

Celia, sin embargo, había captado información en su conversación. Se sorprendió, y luego les preguntó algo 

nerviosa. 

-¿Recoger? ¿Qué recogieron? 

-Nada, cariño. Tu padre solo habla sin pensar por la rabia —le explicó Rosa. 

Aun así, Celia sintió el peso de un secreto oculto que ella no sabía. 

Rosa se le acercó y le dijo: 

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-Celia, Carlos es tu hermano. Sé que esta vez hizo algo imperdonable, pero… No esperaba que fuera a vengarse de esa mujer por ti. Fuimos a la comisaría hoy, y nos dijeron que el secuestro conlleva al menos diez años de sentencia en prisión. Si no hubiera causado daños físicos, podrían reducirla a tres o cinco años. Él es impulsivo y siempre actúa sin considerar ser prudente. Pero si César no puede ceder en este caso, temo por lo que pueda pasarle en el futuro… 

Rosa sabía que no podían revertir el cargo. Pero con una palabra de César, la vida de Carlos en prisión sería un 

infierno… o no. 

Celia bajó la vista. 

-Lo sé, mamá. Esto empezó por mí. No me quedaré de brazos cruzados. Encontraré una solución – le respondió 

con voz ronca. 

-Confío en ti -susurró Rosa, apretándole las manos con una expresión seria. 

Al verlos irse, Celia suspiró y finalmente relajó los puños que tenía bien apretados. Entró al edificio con determinación. 

-¿Cómo tiene la caradura de venir al trabajo como siempre? 

-Su hermano secuestró a Sira para limpiar su nombre de amante… 

-Y pensé que era una mujer talentosa y habilidosa… Incluso la admiraba mucho… 

Ignorando los murmullos, Celia pasó por la estación de enfermeras y se dirigió directamente hacia la oficina de 

Sira. 

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Status: Ongoing Type: Native Language: English
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