Capítulo 60
Capítulo 60
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César, inusualmente, intervino. Sira sintió un escalofrío al observar su expresión impasible, que no revelaba emoción alguna.
-¡Esa perra sedujo a mi esposo! -exclamó la señora Fernández sin dudarlo.
César entrecerró ligeramente los ojos, emanando una peligrosa aura de autoridad.
Felipe se le acercó y le explicó:
-Señor Herrera, disculpe este escándalo. Es un asunto personal. Lo resolveremos en privado.
Dicho esto, extendió la mano para arrastrar a Celia, mientras la mirada afilada de César se posaba en ella.
-¿Lo sedujiste? —la cuestionó.
Celia sonrió con burlona.
-Si compartir el mismo espacio laboral con él cuenta como seducción, entonces el doctor Fernández y la doctora Núñez deben tener una aventura desde hace tiempo.
Felipe palideció visiblemente y de inmediato replicó:
-¡Deja de soltar disparates! ¡Sira es la novia del señor Herrera! ¡No te compares con ella!
-¿Lo es? -Celia levantó la cabeza, mirando directamente a César.
Todos presenciaron la escena y se quedaron estupefactos.
-Qué locura… ¿La doctora Sánchez está cuestionando al señor Herrera?
-¿Qué relación tienen ellos?
-No puede ser… Dijeron que la novia del señor Herrera es Sira…
Sira apretó los puños y clavó su mirada llena de rencor en Celia. Su relación con César siempre había sido ambigua porque él nunca lo había confirmado en público. Si ahora lo negaba, sería una gran humillación para ella. Tomó aire para calmarse y luego tiró de la manga de César.
-César, lamento que Celia nos haya malentendido por mi culpa… -le dijo con falsa culpabilidad.
-¿Malentendido? -César la interrumpió, con la mirada todavía posada en Celia-. ¿Acaso nuestra relación necesita explicaciones?
Parecía estar declarando que sus sentimientos hacia Sira de años nunca habían cambiado. Sira contuvo el aliento. ¡El la había reconocido públicamente! Una sonrisa triunfal iluminó su cara mientras se aferraba a su
brazo.
-César…pronunció su nombre con timidez.
El retiró la mirada y se fue con Sira. Mientras se alejaba, Sira se volvió a lanzarle a Celia una mirada cargada de provocación, como si estuviera diciéndole: “Mira, César me admitió”.
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Capítulo 60
Entonces, incluso si Celia quería publicar su relación con César, ella sería automáticamente la amante.
-¡El señor Herrera acaba de confirmar su relación con la doctora Núñez!
-¡Qué envidia!
Celia bajó la mirada, ocultando su expresión.
“Al fin lo ha admitido ante todos…”, pensó ella.
Se calmó un poco y cuando intentó marcharse, la señora Fernández la agarró bruscamente.
-¡No te vas! ¡Lo de mi esposo no está resuelto!
Celia se quedó sin palabras por la ira.
-¡Sira se ha ido! ¿Hasta cuándo piensan seguir con este espectáculo aburrido?
-Eso no te importa. Si una zorra descarada como tú se queda en la clínica, seducirás a otros hombres. ¡Renuncia ahora mismo!
La mujer no quería dejarla irse con facilidad, incluso le dio un empujón con fuerza. Celia perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, con su cabeza a punto de golpear contra las escaleras…
De pronto, una silueta apareció y la atrapó. En medio de los gritos de susto, ambos cayeron de las escaleras. Pero Celia no sintió dolor, amortiguada por el cuerpo que la protegía. Al incorporarse, reconoció al hombre que gemía de dolor. Se sorprendió y se apresuró a ayudarlo.
-¿Alfredo?
Alfredo forzó una sonrisa mientras se sujetaba el brazo.
-Estoy bien…
Celia lo ayudó a levantarse. La señora Fernández escupió al suelo y maldijo.
-Mira, otro hombre cayó en sus redes.
Celia finalmente estalló.
-Señora Fernández, jbasta de insultos! Ustedes me difamaron y me insultaron, ¡pero mi tolerancia también tiene su límite!
Entre la multitud, alguien murmuró:
-El es el señor Suárez, ¿cierto?
-¿Qué relación tendrá con la doctora Sánchez?
Felipe se quedó sorprendido. ¿Ese hombre era el señor Suárez?
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