Capítulo 58
Celia y César entraron a la casa uno tras otro. Ella ignoró al hombre que venía detrás, se cambió de zapatos y se dirigió directamente a la habitación. Después de tomar ropa limpia del vestidor, pasó al cuarto de invitados y cerró la puerta con llave.
César estaba en la cocina bebiendo agua. Observó todos sus movimientos sin decir nada. Cuando escuchó el sonido del cerrojo, su expresión se tornó sombría. ¿Desde cuándo ella empezó a desconfiar de él así?
En ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Samuel.
***
Celia pidió medio día libre y llegó a la clínica por la tarde. Apenas cruzó la entrada, una mujer de mediana edad se abalanzó sobre ella y le dio una cachetada sin decir nada. Antes de que pudiera reaccionar, la mujer le agarró del cuello de la blusa mientras gritaba.
-¡Zorra desgraciada! ¿Cómo te atreves a seducir a mi esposo?
Celia la apartó con fuerza.
-Señora, debe haberse equivocado de persona. ¡Ni siquiera conozco a su esposo! ¿Por qué me difama?
La mujer sacó una foto y la aventó contra la cara de Celia.
-¡Felipe Fernández es mi esposo! ¡Son colegas! Y ¿me dices que no lo conoces?
Celia se quedó aún más perpleja.
-¿El doctor Fernández?
-¡Maldita sea! ¡Por haberte mantenido, él rara vez regresa a casa! -vociferó la señora mientras intentaba atacar de nuevo, pero los guardias de seguridad ya la estaban sujetando.
Sira y Felipe aparecieron en el momento muy preciso.
-¡Cariño! -exclamó Felipe, corriendo hacia su esposa.
La señora le agarró la oreja con fuerza antes de que hablara.
-¿Acaso vas a defender a esta zorra?
-¡Claro que no! ¿Cómo es posible que la defienda? -Felipe abrazó a la mujer señalando a Celia—: ¡Fue ella quien me sedujo! Si no fuera así, ¡yo jamás la habría mirado!
A Celía le zumbaron los oídos, pero pronto comprendió que todo era una trampa tendida en su contra.
Sira fingió conmoción y miró a Celia.
-Celía, ya estás casada, ¿no es así? Pero tú y doctor Fernández… Dios mío…
Las palabras sorprendieron a todos los que no sabían la verdad.
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Capítulo 58
¿En serio? ¿Por qué la doctora Sánchez haría eso?
-¿Por qué le gusta ese calvo tacaño?
-Debe tener un esposo peor, quien nunca ha venido a buscarla en la clínica.
-Si lo supiera, la perseguiría…
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Esos murmullos ofensivos que le causaron dolor en el corazón, intentando derrotarla con las difamaciones. Celia apretó los puños, manteniendo la calma.
-Doctor Fernández, dijo que lo seduje, ¿cierto? ¿Podría explicar cómo y dónde ocurrió?
Felipe se quedó sin palabras ante esa pregunta repentina, y casi perdió la calma.
-Pues… ¿Realmente quieres discutir esto en público? ¡Qué descaro!
-Celia, eso causará malas influencias para tu reputación… -intervino Sira con una falsa amabilidad—. Hay tantas personas aquí. Mejor arreglen esto en privado.
Sus palabras parecían consideradas, pero Celia sabía que era otro intento por hacerla parecer culpable. Si aceptaba su propuesta, se vería obligada a asumir el delito de ser una amante.
-¿Por qué debería? -Celia rio-. Soy inocente y no tengo nada que esconder. Ahora que todos están aquí, podemos hablar públicamente de lo que ocurrió en realidad. De lo contrario, la difamación será una gran injusticia para mí. También me interesa saber por qué me he convertido en una amante.
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