Capítulo 57
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Capítulo 57
César entró en la habitación de Celia justo cuando ella tomaba unas pastillas. Al verlo aparecer repentinamente, escondió el frasco.
Él se abalanzó hacia ella, agarrando su muñeca con fuerza. Sus ojos ardían de ira.
-¿Qué escondes?
Ella se encogió de dolor.
-¡Suéltame! -le gritó.
-¿Fuiste tú quien me drogó?-le preguntó él.
Sus palabras le partieron el corazón… Celia dejó escapar sin querer una risa amarga.
-¿Crees que te drogué? ¿Soy masoquista? ¿Te parece que disfruté mucho cómo me trataste anoche?
En el fondo, César confiaba en ella. No sospechaba de ella, pero… Detestaba su actitud desafiante.
-¿Quién sabe? Tal vez solo querías quedar embarazada -habló él con voz impasible.
Su tono indiferente fue el golpe final para Celia. Ella abrió la mano, mostrándole el frasco de anticonceptivos.
-Lamento decepcionarte. No habrá bebés.
Al leer la etiqueta, los ojos de César se enrojecieron por la rabia. Apretó la muñeca que tenía en la mano con más fuerza.
-Eres tan despiadada -las palabras saltaron de su boca entre sus dientes, antes de soltarla y marcharse, cerrando la puerta de un portazo. 1
Rocío, escondida en las escaleras, sonrió maliciosamente al ver la expresión sombría de César. ¡Seguramente Celia estaba llorando en su habitación! ¡Esa perra arrastrada se merecía todo eso y más!
***
Celia pasó la noche en la casona. A la mañana siguiente, se despidió de Valeria.
La anciana pidió que Marina le sirviera un café, y le preguntó con la cruz en la mano.
-¿De verdad te divorciarás de César?
-Sí, abuela. No cambiaré mi idea -le respondió Celia con firmeza.
A pesar de lo ocurrido la noche anterior y sin importarle quién había drogado a César, no cambiaría su decisión. Valería vio su determinación, así que no insistió.
Al salir de la sala de oración, se topó con Rocío en el pasillo. Cella intentó ignorarla, pero la joven bloqueó su camino con arrogancia.
-¿Fuiste a quejarte con la abuela? Sabes que a César te odia, ¿por qué sigues aferrándote a él? ¿Te encanta ser su
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Capítulo 57
perra lamebotas?
¿Perra lamebotas…? Así veían los demás su amor…
-No te preocupes. En dos meses le devolveré a tu primo a su amada Sira. 5
Al terminar de hablar, Celia se fue, pasando junto a ella, sin mirar atrás.
Rocío quedó pasmada, observando cómo ella se alejaba, sin entender qué le había sucedido.
***
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Celia regresó a casa. Después de salir del auto, llamó a su maestro, Antonio, para informarle que Valeria había aprobado el proyecto.
Él se alegró mucho.
-Muy bien. Mañana haré que se comuniquen con la anciana. Ella te entregó el proyecto. Cuando llegues a Rivale, será tuyo.
-¡Muchas gracias, maestro! -Celia sonrió con alegría
Al colgar, y al levantar la cabeza, distinguió entre las sombras del edificio la silueta de César fumando junto a la entrada, lo que le recordó lo ocurrido la noche anterior. Se esforzó por ignorar su existencia y pasó junto a él sin mirarlo.
César entrecerró los ojos y le preguntó:
-¿Qué le dijiste a la abuela?
Ella se detuvo y, sin mirarlo, le respondió:
-Nada.
En el ascensor, César entró tras ella. De pronto, Celia se dio la vuelta, sin darse cuenta de que César estaba detrás de ella, y casi chocó contra el firme pecho del hombre. Retrocedió un paso instintivamente. César guardó silencio y presionó un botón.
Mientras las puertas se cerraban, Sira apareció en el pasillo. Todas las expresiones en su cara desaparecieron al verlos juntos.
Sabía que Celía era amante de César, pero no pensó que ellos ya habían vivido juntos, No era de extrañar que Celia también viviera en este barrio.
Al recordar que César nunca había pasado una noche en su casa, pero sí a la de Celia… Un enorme celo la consumió. Era justo lo que pensaba antes, ¡Celia era una perra despreciable!
Pensando en eso, sacó su celular y marcó el número de Felipe,
-¿Estás libre? Necesito que me hagas un pequeño favor.
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