Capítulo 54
Capítulo 54
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Celia llevaba un vestido verde claro, con el cabello recogido con elegancia y un poco de maquillaje que no lucía pesado. Se mantenía junto a Marta, mostrando los modales impecables que Valeria le había enseñado desde
que
se casó con César.
Había pasado seis meses aprendiendo protocolo y dos años desarrollando diferentes habilidades, todo para cumplir con las exigencias de Valeria: “Una Herrera nunca deshonra a la familia”. Aunque estricta, Celia sabía que la matriarca le había enseñado cosas valiosas.
-¿Dónde está César? ¿Cómo puede llegar tarde al cumpleaños de su abuela? -le preguntó Marta, después de recibir a los invitados.
-Le envié un mensaje, pero no me respondió-contestó Celia, honestamente.
-Qué inútil eres. Ni siquiera puedes hacer que tu propio esposo te preste atención. Mejor divórciense pronto.
Sin esperar respuesta, Marta se dirigió hacia Valeria. Celia permaneció quieta un momento, dejando su copa de champán en la mesa, justo cuando César entraba al salón acompañado de varios jóvenes adinerados.
Llevaba un traje casual en tonos claros, algo inusual en él, que resaltaba su porte distinguido.
-Abuela, perdón por llegar tarde -le dijo a Valeria al acercarse y le ofreció un brazo para ayudarla.
-Al menos apareciste, que me sorprende bastante -le respondió la anciana, luego miró a Celia.
Sin necesidad de palabras, Celia entendió el gesto y se acercó.
-Abuela -la saludó.
Todos los presentes sabían que Celia era la esposa de César, aunque los Herrera nunca lo habían anunciado oficialmente, así que nadie mencionaba este secreto.
Valeria tomó sus manos y le dijo:
-Quieres liderar el proyecto de nanoterapia mitocondrial, ¿cierto? Ya lo aprobé. Hazlo.
Celía se sorprendió, mirándola aturdida. De hecho, tanto Marta como César se sintieron sorprendidos.
-Madre, ¿en serio le va a entregar ese proyecto? Es solo una… -protestó Marta.
No terminó la palabra “médica” para evitar el reproche de Valeria. Pero despreciaba de corazón la profesión de Celía. Además, ella era solo una médica especialista sin rango directivo. Si se encargaba de ese proyecto importante, sería un gran desperdicio.
Celía no hizo caso a las palabras de Marta.
-Abuela, ¿de verdad va a entregármelo? Mi maestro habló con usted de eso, pero… -vaciló ella.
Valería había sido pionera en inversiones médicas. En la época cuando la tecnología médica nacional no estaba tan desarrollada, ella financió el desarrollo de equipos de rayos X. Por su mérito, su retrato aún se exhibía en el salón de la fama médica. Hacía años que Antonio le había propuesto el proyecto de nanoterapia mitocondrial,
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pero ella lo rechazó.
Valeria tomó la mano de Celia y le explicó:
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-No tengo a nadie más adecuado, y recordé la propuesta de tu maestro. Así que decidí darte la oportunidad.
-Aprecio mucho su apoyo, abuela -le agradeció Celia con alegría.
César la observaba en silencio desde un lado, pensativo. Entre los invitados cuchicheaban.
-La señora quiere mucho a la esposa de su nieto.
-La trata como si ella fuera su propia nieta.
Los invitados murmuraban, sorprendidos por el favoritismo hacia la supuesta “esposa secreta” de César. Creían que ella sufriría injusticias en esta familia. Pero, parecía que a Valeria le gustaba mucho esta joven.
En ese momento, el tío de César, David Herrera, llegó con su esposa e hija. Rocío se acercó a Valeria con una sonrisa radiante sin mirar a Celia y le entregó su regalo.
-¡Abuelita! Feliz cumpleaños. ¡Que viva muchos años más y que todos sus deseos se hagan realidad!
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