Capitulo 33
Capítulo 33
+25 BONUS
Sira captó con claridad la decepción en los ojos de Celia. Con pasos seguros y expresión triunfal, se acercó a ella.
—¿Qué más da que hayas recuperado el registro de la cámara? ¿Crees que César me culpará por ti, si solo eres un juguete? Abre tus ojos para ver la verdad y deja de hacer más esfuerzos inútiles. Él jamás te creerá.
Satisfecha, Sira escuchó las palabras de Celia justo al salir de la oficina.
-Grabé todo lo que dijiste.
Sira se detuvo en seco y se dio la vuelta con brusquedad. Su mirada se fijó en el bolígrafo que Celia sostenía. Con un movimiento brusco, le agarró la muñeca con fuerza.
-¡Cómo te atreviste a grabar mis palabras a escondidas! -le gritó de ira.
Sin darle oportunidad alguna de reaccionar, le arrebató el bolígrafo y lo estrelló contra el suelo, haciéndolo mil pedazos. Luego, con un tono de voz cargada de desprecio, la amenazó:
-Celia, ¡basta ya de esfuerzos inútiles!
Viendo los restos del bolígrafo esparcidos por todo el suelo, Celia sonrió.
-Dices que son esfuerzos inútiles, pero si no tienes nada que ocultar, ¿por qué te asustan las grabaciones?
Sira quedó paralizada por unos segundos. Celia se inclinó para recoger los pedazos del bolígrafo y se los mostró a Sira con cierta ironía.
-Es solo un bolígrafo, nada más. ¿Por qué reaccionaste de esa manera?
-¡Me estás tomando el pelo o qué! -Sira le gritó histérica, apartando la mano de Celia. Los fragmentos cayeron de nuevo al suelo.
-¿Y qué si te digo que sí? -replicó Celia, manteniendo la calma-. Me difamaste acusándome de robar tu pulsera y me tendiste una trampa en esa falsa cena de negocios. Lo recuerdo todo a la perfección.
-¡Celia Sánchez!
En ese preciso momento, Sira escuchó los pasos en el pasillo. En el acto su rostro furioso se transformó en una máscara de inocencia. Se dejó caer al suelo, sollozando, fingiendo humildad.
-Celia, sé que estás enfadada conmigo… Por mi culpa, te suspendieron… Te pido perdón de corazón…
Después de decir estas palabras, tomó un cuchillo en la mesa e iba a cortarse en la muñeca. Celia intentó detenerla, pero justo entonces la puerta de la oficina se abrió de golpe. 3)
Lo primero que vio César fue a Sira sangrando, el líquido tiñendo su bata de médico. Muy preocupado, se dio un paso hacia adelante y apartó a Cella con un fuerte empujón, luego presionó con fuerza la herida de Sira para tratar de detener la hemorragia.
-¡Sira! -gritó desesperado.
El empujón hizo que Celia retrocediera al instante y su cintura chocara con el borde de la mesa. El dolor agudo le
1/2
Capítulo 33
+25 BONUS
arrancó un gemido, pero César ni siquiera la miró. Su atención estaba puesta solo en Sira, a quien sostenía con firmeza mientras ella palidecía.
-César, todo esto ha sido mi culpa… No solo metí a Celia en peligro, sino que además también causé su suspensión…
-No tienes nada que ver con todo esto.
César se veía enojado. Levantó a Sira en sus brazos y le dirigió a Celia una mirada desafiante.
-Si le pasa algo malo, no te dejaré en paz —la amenazó.
Sin esperar respuesta alguna, salió corriendo de la oficina en busca de ayuda médica.
La multitud en el pasillo se dispersó de inmediato, dejando a Celia sola en la oficina. El silencio repentino la hizo olvidar respirar por un momento. Comprendió entonces que, a pesar de todo, la indiferencia y la desconfianza de César aún podían causarle un profundo dolor.
Abrió poco a poco los puños que tenía apretados con tanta fuerza que las uñas habían dejado profundas marcas en sus palmas. Pero ya no sentía ese dolor físico.
***
La herida de Sira no era tan grave como pensaban. Después de recibir atención médica, la hemorragia cesó. César permanecía de pie junto a su cama en la habitación privada.
-¿Cómo estás ahora? -le preguntó.
—Perdón por mi imprudencia… Solo quería evitar que Celia malinterpretara la situación —le respondió Sira, con un tono de voz débil y con el rostro pálido. Hizo una pausa antes de continuar-: Tengo muchas ganas de ser una buena compañera de trabajo de Celia. No deseo causar una mala impresión ni generarte más problemas. 2
César guardó silencio por unos segundos.
-No tienes por qué preocuparte por estos problemas.
-César…
La pálida Sira lo abrazó. (1)
2/2