Por que 18

Capítulo 18 

-Disculpa… 

Ella se disculpó y de repente recordó quién era el hombre a su lado… No se atrevió a levantar la vista, solo se apartó un poco de él, con el ceño fruncido. 

Sabía que quien la había tirado era, probablemente, César, pero no entendió por qué este lo había hecho. Bueno, de todos modos, ya no le interesaba la razón, tampoco quería dejar espacio para ilusiones indebidas en su mente. No quería creer tan sencillamente que él todavía sentía algo por ella… 

Al llegar al último piso, todos salieron del ascensor. Celia evitó mirar a César y siguió los pasos de Alfredo. 

En el gran salón del banquete, todos los asientos ya estaban asignados. Ella se sentó justo al lado de Alfredo, mientras el asiento de Sira estaba junto al de César. 

Aunque él no era del campo médico, podía asistir a la conferencia porque había donado muchos equipos médicos a la clínica. Siempre que quisiera, los grandes hombres, tanto del círculo académico como del médico, le enviarían cartas de invitación. 

Sira se dio la vuelta y miró hacia donde estaba Celia, viendo que ella estaba charlando en voz baja con su amigo. Un destello frío pasó fugazmente por el fondo de sus ojos. 

-César, Celia y el señor Suárez parecen una buena pareja, ¿qué te parece? -le preguntó a César observándolo, con la intención de ponerlo a prueba. 

Revisando distraído el celular, él le respondió: 

-Celia no es suficiente para ser su novia. 

Sin embargo, a pesar de esas palabras, Sira se sintió inquieta. 

Cuando Celia charlaba con Alfredo, su celular vibró. Al revisar el mensaje, se quedó atónita. 

Era un mensaje de César. 

“¿Te has enamorado de Alfredo? ¿Quieres divorciarte de mí y luego casarte con él?” 

Mirando aturdida la pantalla, ella se mordió los labios. ¿Él estaba burlándose de ella? O quizás… Pero este tipo nunca le había enviado mensajes por algo tan trivial. 

Además, incluso si ella se enamoraba de otro hombre, ¿a él le importaba? ¿Y por qué en estas palabras ella había percibido un tono cargado de celos…? ¿De veras César tendría celos por ella? ¿Era posible? ¿ 

Haría algo así? 

Curiosa, le dirigió una mirada al hombre, solo para ver la escena. Él le arreglaba el cabello a Sira… No 

sabía de qué estaban hablando, pero ella llevaba una sonrisa radiante y una mirada llena de entusiasmo e 

insinuaciones ambiguas. 

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César no la evitó. Los dos parecían una pareja en la etapa de pasión ardiente, disfrutando de las acciones 

amorosas. 

Ante esta escena, Celia sintió que otra punzada de amargura invadía su corazón, así que desvió la mirada. Alfredo notó sus movimientos. La observó, y luego miró a César, sin poder evitar entrecerrar los ojos al ver esa situación tan interesante. 

Celia no respondió al mensaje. Durante el receso de la conferencia, fue al baño. 

-Celia. 

Sira se le acercó y sacó un labial para retocarse. 

-No sé por qué, pero siempre tengo la sensación de que tienes una buena relación con César. ¿Acaso me has ocultado algo para evitar mis sospechas? 

Ella intentó confirmarlo en un tono medio en broma. Celia entendió su intención y le sonrió con calma. 

-Has pensado demasiado. El señor Herrera te ha tratado con tanto cariño, ¿por qué dudar de su 

sinceridad? 

Sira se puso un poco incómoda al escucharla, pero no se atrevió a mostrarle sus nervios. César le había tratado con amabilidad, pero siempre mantenía una distancia adecuada con ella. Si algún día la culpa que sentía se desvanecía, ella perdería por completo la oportunidad. 

Se esforzó por mantener la calma. 

-Claro que no sospecharé. César siempre ha sido amable conmigo. A pesar de que lo dejé hace años, aún me tiene en su corazón. No tienes idea de lo feliz que él se siente cuando vive conmigo y con Óscar. Por cierto, no te dejes engañar por su aparente frialdad. En realidad, es un hombre muy apasionado en la cama… Si no fuera un hombre tan considerado, me habría desmayado por el impacto… 

Al decir esto, Sira parecía perderse en el regusto, con una expresión contenta, como si acabara de terminar un encuentro apasionado con él. 

Celia se quedó inmóvil en su lugar, olvidando responderle. El espejo reflejó su cara: ya estaba pálida. 

-Celia, ¿estás bien? 

Sira se le acercó para ayudarla, pero aprovechó la oportunidad para meter una pulsera en su bolso. 

Ella había dicho esas palabras para comprobar las reacciones de Celia. Ahora, ya estaba segura de que esta mujer tenía una relación especial con César. ¡No permitiría que ella lograra lo que quisiera! 1 

Celia volvió en sí y apartó la mano de Sira, luego le respondió con calma. 

-Estoy bien. Es que se me ocurrió algo más. 

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Capítulo 18 

Dicho esto, se dio la vuelta y entró en un cubiculo con la mente en blanco. Sabía que ellos habían dormido en la misma cama. Sin embargo, la imaginación nunca es más cruel que los hechos que otros revelan. 

Cada vez que hacía el amor con César, él nunca consideró cómo ella se sentía. Antes, ella lo amaba, así que solía obedecerlo. Aunque siempre le causaba dolor, ella podía consolarse autoengañándose. 

En el pasado, creía que el sexo era una prueba de su amor. Pero ahora, al enfrentar la realidad, su opinión cambió. Los hombres pueden diferenciar perfectamente entre el cuerpo y el corazón, entre el sexo y el amor. Para César, en lugar de su esposa, tal vez, él solo la consideraba como una herramienta para satisfacer sus deseos… 

Ella era tan tonta. 

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